«No quiero seguir viviendo cuando no reconozca a mi mujer o a mis hijos»

Marimón se llama a sí mismo «afortunado» por tener una familia que permanece a su lado y una exitosa carrera en el sector sanitario de Cataluña. El golpe le llegó cuando se acercaba a los 70 años. Después de una resonancia y una punción lumbar comenzó a atestiguar su propio proceso de «dejar de ser persona», según Marimón.

«El sufrimiento psíquico es el sentimiento de dolor de no reconocer algo tan elemental como la realidad», defiende. «Cuando suceda, yo no me acordaré del testamento vital, pero lo tienen mi mujer y mis hijos. Deben ser ellos quienes digan que yo ya estoy padeciendo».

Marimón da unas «instrucciones» para las actuaciones sanitarias. «No quiero que se me prolongue la vida ni recibir tratamientos», relee su manifiesto final. «Quiero que se me suministren los fármacos necesarios para paliar al máximo el malestar del dolor físico o psíquico sin perjuicio de que estos fármacos me puedan acelerar la muerte».