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No ha volado como 'Superman', la película que le marcó de niña, pero ha matado zombis en 'Malnazidos', ha saltado de una época a otra en 'El Ministerio del Tiempo' y ha estado nominada al Goya por 'Planes para mañana' y 'Stockholm'. Con mucho oficio ... a sus espaldas (empezó a los 19 años), amabilísima, risueña y tan discreta como reflexiva, la luz que Aura Garrido desprende en pantalla también llega al hablar con ella con motivo de su último trabajo, 'Historias', una hermosa película de Paco Sepúlveda compuesta por once relatos que constituyen una narración lineal a través de la vida. Al final de la conversación, entre risas, Aura Garrido confiesa que es futbolera, aunque está bastante desconectada porque «ocupaba tanto espacio interno y externo en mi vida que me desintoxiqué un poco». Pero ayer no se perdió al Real Madrid.
–¿Cuál es su mañana de domingo perfecta?
–Dormir mucho y desayunar tranquilamente un cafecito al sol con un libro.
–Empezó en este oficio muy joven. ¿Cómo ha conseguido mantener los pies en el suelo?
–Hace mucho la estructura que tengas alrededor, como tu familia y tus amigos, que te ayudan a seguir en contacto con la realidad. Es verdad que depende de ti, de la carrera que tengas, de los productos que haces y del efecto que tienen, pero también de lo que se genera alrededor, sobre todo cuando eres muy joven. Pero es una profesión en la que, según pasa el tiempo, vas ordenando muchas cosas: no es lo mismo que te lleguen ciertas situaciones con 18 que con 40, relativizas más, las vives de otra manera. También es verdad que a mí eso era una cosa que me daba terror, aunque yo nunca he tenido un grado de fama así como muy loco. Me considero muy afortunada porque he podido mantener una vida bastante normal, me ha venido todo bastante gradual, he podido vivir de esto siempre y, a la vez, he intentado ser todo lo consciente que pudiera de poner el foco en no perder el contacto con la realidad. O intentarlo.
–Con los años, ¿se mantiene la misma ilusión por la profesión o se le van viendo las costuras?
–Si te soy muy sincera, tengo que decirte que yo le vi las costuras muy joven. Y creo que esto pasa en todas las profesiones cuando llegas con vocación, con pasión y, de repente, ves la realidad. Al final son industrias creadas por el ser humano y, bueno, pues gestionamos las cositas regular, y hay estructuras de poder, y hay manipulaciones, y en esta industria todo está muy impregnado de esta cosa como de sueño infantil, como que casi todos hemos llegado aquí porque veíamos las películas de pequeños y hemos soñado con esa magia, entonces hay algo muy, muy emocional y muy casi identitario que se nos mezcla con el propio trabajo. Por eso, el golpe con la realidad puede ser complejo de gestionar a veces.
–Ha pasado por etapas, entonces.
–Mi trabajo siempre me ha gustado mucho, y eso creo que me ha salvado en ese sentido, eso y que he siempre he sido muy consciente del privilegio que tenía de poder vivir de mi profesión porque mi padre es músico y sé lo que de verdad implica una carrera artística. Además, he intentado colocarme frente a lo que iba viendo y lo que me gustaba y lo que no. Ahora es cuando empiezo a poder ordenarlo y a ubicarme más ahí intentando encontrar ese equilibrio, siendo capaz de mantener ciertos límites y de llevarlo de una manera más sana.
–En 'Historias', usted y Maggie Civantos, con un tiempo mínimo de ensayo y de rodaje, desprenden verdad. Eso es oficio, supongo.
–Hay varias cosas. Una, que el guion contaba una historia que estaba muy bien escrita y estructurada, entonces es mucho más fácil porque ahí tienes claro por dónde tienes que pasar. Además, el director tiene mucho conocimiento y mucho respeto por el trabajo del actor y genera un rodaje en torno a eso, algo que ayuda mucho. Y Maggie es una compañera increíble, muy generosa, y es muy fácil trabajar con ella. Y claro, cuanto más oficio tienes más te puedes hacer cargo de ciertas cosas en menos tiempo.
–La historia cuenta cómo se rompe el modelo hegemónico de pareja y se abre una vía para nuevos modelos de relación.
–Claro, pero para mí no solo habla del modelo de relación, si monógama o no, sino de algo que va más allá y que es muy generacional, que es cómo nos relacionamos en general. También estamos muy perdidos en eso, y tenemos muy pocos referentes en relacionarnos desde un sitio respetuoso con una misma y con la otra persona. Y lo que más me gustaba es que habla de cómo dos personas con diferentes deseos y realidades intentan ver cómo lo gestionan, viendo si a pesar de todo el dolor que sienten pueden encontrar un lugar en el que hacerse el menor daño entre ellas y a sí mismas.
–Eso se da en diferentes tipos de relaciones.
–Sí, eso es lo que está más en juego ahora, es de lo que más estamos hablando por debajo de todo lo demás, de cómo romper las estructuras de poder relacionales con las que hemos crecido. Y romper eso es muy difícil.
–En la película también subyacen distintos miedos. ¿Cuál es el suyo?
–Uy, yo tengo muchos miedos. Uno como más prosaico es que tengo miedo a volar, aunque cojo aviones todo el rato y lo paso fatal. Después, los miedos que compartimos más o menos todos, como miedo al dolor físico y emocional.
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