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MARÍA CIDÓN / ANA MORIYÓN
GIJÓN.
Viernes, 22 de mayo 2020, 02:28
La obligatoriedad de usar mascarilla desde ayer ha sido bien acogida por muchos asturianos, aunque el acceso a esta medida de protección individual no está al alcance de todos los bolsillos. El Gobierno del Principado anunció ayer que el reparto de mascarillas a la población ... en general está descartado, así como su financiación parcial. Sin embargo, sí plantea la posibilidad de apoyar económicamente a las familias más vulnerables para que tengan acceso a las mismas.
La portavoz del Gobierno y consejera de Derechos Sociales, Melania Álvarez, expresó que se está trabajando de forma coordinada en un grupo de trabajo -en el que están representadas la Delegación del Gobierno, la Federación Asturiana de Concejos y las entidades del tercer sector- para plantear las diferentes vías que faciliten el acceso a las mascarillas para familias necesitadas.
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En este sentido, el consejero de Salud, Pablo Fernández, indicó ayer durante una comparecencia telemática que, «si de alguna manera se ayuda a las familias a satisfacer otras necesidades básicas como vivienda, alimentos o ropa», el apoyo económico para las mascarillas «es vital en estas circunstancias, también hay que ocuparse de ello».
La población pensionista es una de las afectadas por el coste de las mismas. Eloy Ares, de Gijón, es jubilado y, aunque está de acuerdo con la medida y la cumple, lamenta que sean tan caras. «Resulta que en algunos sitios las paga el Gobierno y, en otros, las pagamos nosotros. Compré cuatro mascarillas tipo FFP2 y me costaron 23 euros. Esta me la regaló un señor» decía señalando la que llevaba puesta, «pero el que tenga poca jubilación o come o usa mascarillas», lamentaba.
La orden ministerial sobre el uso de la mascarilla tuvo su efecto entre los gijoneses que ayer salieron a las calles a disfrutar del sol y las temperaturas altas. En la arena de San Lorenzo y con la marea baja, sin apreturas, pocas personas llevaban cubierta la boca, pero al volver a la zona del paseo, muchos se volvían a colocar la protección. «Es la medida más adecuada y la que hace tiempo que se tenía que haber puesto», afirmó Salvador Ballesteros, quien llevaba una mascarilla de tela que le regaló una vecina.
Aunque, quienes creían poder mantener la distancia de dos metros preferían llevarla en la mano o en el bolsillo, como Armando Artidiello, que venía de la zona de La Providencia y al no encontrarse apenas a otros paseantes, decidió no usarla: «Me la pongo si veo a la gente cerca, pero si voy al supermercado por supuesto que la uso».
Ente los deportistas y algunos grupos de jovénes que pasaban muy cerca de otras personas, sin embargo, apenas se veía que la medida obligatoria tuviera efecto e incluso una adolescente que hacía deporte, decía: «Es que me da igual usarla, nos van a reñir hagamos lo que hagamos».
En Avilés, parece que a algunos habitantes no les ha quedado del todo claro que desde ayer el uso de mascarilla pasaba a ser obligatorio en todos los espacios abiertos si no se puede mantener la distancia de seguridad y sin ninguna excepción en los espacios cerrados. «Si hasta ahora se podía elegir usarla o no y nos dicen que todo está mejorando, no entiendo bien lo que pasa», razonaba Rosa María Ferrero.
Mientras, Domingo Menéndez, de 73 años, tenía claro que el uso en espacios cerrados es obligatorio: «Yo la suelo llevar en el bolsillo y me la pongo si entro a comprar al supermercado o si me paro a hablar con alguien».
El ovetense Roberto Campo empezó a usar mascarillas al inicio del confinamiento. Él es de los que apuestan por no quitársela en ningún momento y cree que si una persona no la utiliza se le debería «multar». «La FFP2 es la mejor y la verdad es que es un producto caro para lo que es», cuenta. Pero la crisis sanitaria le ha hecho rascarse el bolsillo; su acompañante, Rosa María Riesco, se decanta por usar el modelo quirúrgico. «Respiro mejor con ellas porque es más fina».
Desde una terraza de Oviedo, Roberto López compartía mesa con sus compañeros de trabajo. Todos llevaban mascarillas que previamente habían adquirido en diferentes farmacias. López lamenta que el coste de este producto se haya disparado por culpa de la pandemia.
«Las ventas de mascarillas empezaron a ser fuertes el lunes y durante la mañana del jueves no hemos parado de venderlas», detallaba Eduardo Arnáez, propietario de la farmacia de la plaza del Ayuntamiento de Oviedo. Las preferidas son las quirúrgicas junto a las FFP2, que en este establecimiento cuestan cinco euros, aunque Arnáez teme que, con la obligatoriedad, los precios se disparen, como ya sucedió hace un par de semanas: «Algún proveedor ya está avisando sobre ello», advirtió.
En Avilés, la situación es diferente, no han notado que la venta aumente a raíz de la orden de Sanidad. «Puede que el miércoles hubiese un poco más de revuelo, pero las ventas siguen estables y el suministro es bueno. Casi todo el mundo que antes la usaba sigue haciéndolo y a los que les costaba un poco más, veo que siguen sin usarla», asumió Ana Mateos, titular de la farmacia El Parche, en la plaza de España.
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