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P. ANTÓN MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Domingo, 15 de marzo 2020
Momentos antes de que se hiciese pública la decisión del Gobierno de decretar el estado de alarma, en la Farmacia Castillo -una de las más antiguas de Gijón, en plena calle Corrida- se registraba una afluencia de clientes similar a la de cualquier sábado ... al mediodía. María Antuña, farmacéutica con 13 años en el ejercicio de la profesión y prestando servicio en el establecimiento desde agosto pasado, admitía que «una situación así, por supuesto que no la habíamos vivido nunca. Aquí, en este momento, salvo la adopción de las medidas higiénicas encomendadas por el Colegio profesional estamos trabajando como lo hacemos normalmente: mismos turnos, personal y dando el servicio habitual. Hay otras farmacias que están intentando abrir solo guardias y urgencias. Nosotros mantenemos el horario de siempre: de 9 de la mañana a 10 de la noche de forma ininterrumpida», explica, para añadir que «la única recomendación específica del jefe es que si alguien tiene un síntoma, inmediatamente se quede en casa y se siga el protocolo al respecto».
La limpieza constante de los mostradores, el mantenimiento de las distancias de seguridad, la desinfección de las manos después de cada dispensa, además del lavado con agua y jabón cada cierto tiempo, son las medidas higiénicas que siguen todos los empleados de la histórica botica. Es uno de los signos visibles de la excepción a la rutina habitual. Antuña añade otro que se puede constatar en términos materiales: «Mascarillas, geles desinfectantes, alcohol, agua oxigenada están completamente agotados y hay mucha demanda de paracetamol, ibuprofeno, cualquier tipo de analgésicos que todo el mundo quiere tener a mano por si acaso. De estos productos de momento el abastecimiento está garantizado».
En cuanto a las provisiones menos tangibles, las que se refieren a cómo está afectando personalmente a quienes trabajan en la farmacia la situación de alerta, la facultativa afirma que «estamos todos bastante serenos. Se pasa algún momento malo por algún cliente que pierde los nervios cuando le dices que no hay geles o mascarillas, y también por estar repitiendo las mismas cosas todo el tiempo y respondiendo idénticas preguntas. Al restringir la vía de los ambulatorios y remitir ante cualquier síntoma al 112 la gente acude aquí a informarse. Estamos en primera línea, pero tranquilos. En lo personal y fuera de la farmacia es inevitable cierta ansiedad al ver las calles vacías o todo cerrado. También si tienes niños, como es mi caso. Procuras que no te afecte y seguir las medidas recomendadas también en casa. Es importante que lo hagamos».
Su valoración profesional acerca de las decisiones y recomendaciones adoptadas por las autoridades opina que «están bien tomadas. Tal vez debió actuarse antes siguiendo el ejemplo de Italia, pero no hay que echar culpas a nadie. Es difícil. La gente debe concienciarse y esperemos que pronto volvamos a la normalidad. Nosotros intentamos mantenerla aquí».
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