Rodrigo Cuevas, pandereta en mano, en pleno concierto. Raquel Manzanares
Rodrigo Cuevas - Cultura

El amante de lo rural que hizo suyo el concepto de folclore

Rodrigo Cuevas. El artista ha revolucionado el panorama cultural dentro y fuera de nuestras fronteras por su singularidad y férrea defensa de la riqueza popular

Sheila Vaca

Gijón

Jueves, 26 de septiembre 2024, 17:49

Definir a Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) en una palabra, en una frase, es un imposible. Es quedarse corto, perderse su esencia. Hay que escucharle, pero con los cinco sentidos. En un tiempo en el que el folclore está muy vivo, inmerso en una segunda juventud, el artista ha sabido agitar el avispero y sacar la música tradicional de su zona de confort para mimarla, hacerla suya: transgresora, divertida, presente. Ha revolucionado el panorama cultural fuera y dentro de nuestras fronteras, haciendo que Asturias se escuche mejor, más alto y más lejos. Con sello propio, pero al albur de unas raíces que lleva muy dentro y que luce con mucho orgullo —pise el suelo que pise—, su figura sigue creciendo. De su garganta manan recuerdos, historias de su tierra, de sus paisajes de ensueño y de sus gentes. De una Asturias que tiene mucho que decir y muchas fiestas de pueblo por bailar.

Publicidad

Su proyección es tan inmensa como vasto es su empeño en conocer y reconocer otras culturas del mundo a las que a la vez contagia de la nuestra. Ese particular punto de vista, esa singularidad en su obra y su compromiso artístico le valieron en 2023 el Premio Nacional a las Músicas Actuales. A su palmarés se une ahora el Premio EL COMERCIO a la Cultura 2024 por su trabajo incansable en defender a viva voz un folclore con mucho futuro, que une generaciones, y ser capaz de que todos miren a hacia donde casi nadie posaba sus ojos. De unir gaita y electrónica, de perrear y bailar el Xiringüelu, de ser sensual con madreñes y coronar con montera picona.

Al paraguas de la humildad en una Asturias en la que llueve en abundancia riqueza popular, Rodrigo Cuevas ensalza el arraigo cultural asturiano y su llingua de una manera muy propia y sincera y siempre con el humor por bandera. Te invita a su romería y es imposible decirle que no.

Desde aquel 'Ritmu de Verdiciu' que lo catapultó al estrellato –haciendo un fantástico mix discotequero entre una canción popular y uno de los hits por excelencia del verano– han pasado ya unos cuantos años y también unos cuantos discos que han hecho que este «agitador cultural» –como él mismo se define–, siempre ávido y apasionado, crezca y sea quien es. Con denominación de origen.

Pero quizás lo que pocos saben es todo lo que hay detrás de Rodrigo Cuevas. Que quien se sube a los escenarios con mucho descaro, socarronería y una buena dosis de crítica social, cuenta con una amplia formación musical académica. Cursó estudios de piano y tuba en el Conservatorio de Oviedo y de Sonología en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC) de Barcelona. Interesado también en las músicas del mundo y en las disciplinas del cabaret y el circo, su revelación artística se produjo durante su estancia en una pequeña aldea del interior de Galicia, donde entró en contacto con la música tradicional más pura gracias a las pandereteiras del lugar.

Publicidad

'Yo soy la maga' fue su primer álbum allá por 2012. Después creó la Dolorosa Compañía, un provocativo dúo de verbena psicodélica con el que estuvo viajando durante tres años hasta el estreno de su primer espectáculo en solitario, 'Electrocuplé'. Luego se puso 'El mundo por montera', casi literalmente, dejándonos entrar en su universo, y después nos guió por su mágico 'Trópico de Covadonga'.

Con 'Manual de cortejo', en colaboración con Raül Refree, la palabra fusión cobró todo el sentido. La canción y melodías asturianas viajan de la mano de la muñeira y de la habanera, entre otros. Temas que hablan del ayer y del hoy y temas que hablan con nombre propio, como el de 'Rambalín' y su cruda historia, que cada vez que sale de la voz de Rodrigo eriza la piel. El abanico de encantos de Cuevas se desplegó del todo con 'Manual de romería'. Aquí se alinean todos los planetas para mostrar al mundo la madurez de un artista que vuela libre después de haber tenido que sufrir en sus propias carnes el acoso y el rechazo siendo guaje y que ve y quiere un mundo que abraza la diversidad, sin complejos. 'Más animal'. Y como no hay dos sin tres, habrá que esperar por la sorpresa del tercer manual.

Publicidad

Más allá de la estrella, Rodrigo Cuevas es un vecino como tú y como yo. Pero en otra órbita. Es alguien que ama lo rural por encima de todo. La riqueza de lo cotidiano, de vivir en un lugar donde llamas a cada uno por su nombre, de respirar prau. Un lugar donde muere el individualismo. Y es que él canta a los ríos y a las montañas mirándolos desde cerca. Porque pese al halo de popularidad que lo envuelve escogió quedarse en el pueblo, en Vegarrionda –una pequeña aldea piloñesa–, entre xatinos y pites, como forma de vida. Una vida que abre al mundo todos los años montando una romería en mayúsculas: una Señora Fiesta. Un lugar donde crear y disfrutar en compañía, al igual que lo busca a través de La Benéfica, el proyecto de reinvención y de futuro para su Infiesto del alma, que aspira a ser un polo tractor de otros movimientos culturales, intergeneracionales y comunitarios.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad