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M. F. ANTUÑA
Jueves, 4 de junio 2020, 02:00
Un buen día Ginés Morata, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2007, contactó con otros dos ganadores de esa misma distinción, Pedro Miguel Echenique y Salvador Moncada, y les propuso presentar conjuntamente una candidatura al galardón de la Concordia del ahora Princesa de Asturias: los sanitarios españoles que han batallado en primera línea contra la COVID-19. Ayer, el primer jurado virtual de los galardones 2020 dio respaldo en su acta a esa idea, que era clara, necesaria, meridiana, indiscutible. Porque no basta con palmotear desde los balcones. No basta con los gestos: «Creo que al personal de salud se la ha aplaudido mucho y eso está bien, pero es importante reconocerlo como trabajadores fundamentales de la sociedad y darles no solo el estatus sino además las condiciones de trabajo que se merecen y que la sociedad se merece también en cuanto a servicios de salud. Espero que este premio tan prestigioso de una fundación tras prestigiosa sea el primer paso hacia a ese reconocimiento», afirma desde Gran Bretaña el científico Salvador Moncada.
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El jurado presidido por el jefe del Ejecutivo asturiano, Adrián Barbón, dio ese paso al frente y le puso también palabras a un esfuerzo sobresaliente que ha merecido elogios en España y también fuera del país. «Son miles de personas, que desde sus respectivas responsabilidades y tareas, en centros sanitarios públicos y privados, y otros servicios, han estado en contacto directo con los pacientes afectados por la COVID-19, conformando la primera línea en la lucha contra esta enfermedad. Con su heroico espíritu de sacrificio, y asumiendo graves riesgos y costes personales, incluso la pérdida de la propia vida, se han convertido ya en el símbolo de todas las personas, instituciones y empresas enfrentadas a esta pandemia, reconocido como tal con constantes muestras de agradecimiento y solidaridad no solo por el conjunto de la sociedad española, sino también en el ámbito internacional», dejó escrito para la historia el fallo, histórico por las circunstancias virtuales en que se ha producido, en un país en estado de alarma y enfrentado a una crisis económica demoledora. Por eso, hubo algo más que añadir en las reflexiones del jurado, formado por patronos de la Fundación Princesa de Asturias. Se destacó la necesidad de proyectar «esa ejemplaridad personal hacia el futuro incierto que se avecina», y se quiso poner la mirada y «la representación en el colectivo premiado de todas las personas y estamentos que en la sociedad están librando esta batalla y la voluntad de simbolizar en ellos el reconocimiento a quienes en los distintos países han venido teniendo un comportamiento ejemplar contra la pandemia».
Está garantizada la emoción en el Campoamor para el 16 de octubre próximo, cuando llegará una edición que se augura distinta. Mucho tendrán que cambiar las cosas respecto a la situación actual para que el teatro pueda llenarse hasta la bandera. Nada se sabe aún de lo que ocurrirá ese día, salvo que todos los que han vestido de EPI y se han quedado sin aliento no solo por efecto de las incómodas mascarillas, los que se han dejado el alma y la salud -más de 50.000 han resultado infectados - y los que pagaron con su vida -más de 60 personas, el último un médico fallecido ayer en Toledo- estarán sobre ese escenario en presencia, ausencia y en memoria. Pero estarán. Entonces serán otros los aplausos.
Esas largas jornadas de trabajo, sin medios, sin protección, sin saber lo que estaba por venir, son prueba de una vocación y un espíritu de sacrificio que se ganó los aplausos diarios en los balcones de la sociedad española. Los profesionales de la medicina, la enfermería, los auxiliares y el resto del personal del sistema sanitario que han atendido directamente a los pacientes contagiados y han realizado su labor en los principales focos de lucha contra el coronavirus son ejemplo, para el jurado, de los valores más estimables del ser humano, de esa ejemplaridad que tiene a gala honrar la Fundación Princesa.
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El agradecimiento por el galardón no se hizo esperar. El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, Serafín Romero, subrayó que el Princesa es el «mejor broche final» a los aplausos ciudadanos. «Hoy recibimos este premio con alegría y orgullo en un día especialmente difícil para nosotros al tener el conocimiento de que otro compañero médico fallecía en Toledo. Este premio va para él, para vosotros, para los que nos dejasteis, para los que estáis entre la vida y la muerte, para los que estáis luchando con las huellas que este virus os dejó, por los que seguís dando lo mejor de nuestra profesión».
El personal de enfermería, igualmente feliz. El Sindicato SATSE reaccionó así: «El compromiso y responsabilidad de los sanitarios es especialmente plausible en lo que respecta a las enfermeras y enfermeros, cuya atención y cuidados es permanente durante las 24 horas todos los días del año, y que en los momentos de crisis se hace más importante y decisiva si cabe».
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