El voluntario de Cruz Roja, Christian Fernández. DAMIÁN ARIENZA

Héroes del coronavirus | «Las personas del albergue necesitan que les escuchen»

Christian Fernández, voluntario en Cruz Roja ·

«En la Tejerona el ambiente es tranquilo», cuenta del pabellón que asiste a gente sin hogar en Viesques

P. A. MARÍN ESTRADA

gijón.

Lunes, 27 de abril 2020, 02:40

A Christian Fernández Méndez le gusta el mar y eso le decidió a integrarse en el Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias de Cruz Roja, como especialista en medios acuáticos. El principal motivo para colaborar con la institución humanitaria fue más personal: « ... Ayudar a los demás, sentirse útil», afirma. Ahora su labor está en tierra, formando parte del retén de voluntarios que asiste a las personas sin hogar alojadas en el pabellón deportivo de La Tejerona. «Nuestra misión es que todo funcione correctamente. Los servicios que se ofrecen son manutención completa, cama, aseo personal, algo de ropa y atención médica en caso necesario: hay una ambulancia con nuestros técnicos para asuntos menores y si son más complejos facilitamos el traslado a un centro hospitalario. También intentamos formarles sobre el Coronavirus o las medidas que deben tomar en el día a día para tratar de evitar el contagio», explica.

Publicidad

Además de las tareas fijadas en su protocolo de actuación, detalla que realizan una no menos acuciante para quienes han cambiado la calle donde habitualmente se ven obligados a vivir por este albergue temporal: «Conversar con ellos y sobre todo escucharlos, porque necesitan hablar, contarte sus problemas o simplemente desahogarse. Para ellos eso ya es una ayuda enorme», revela. La convivencia diaria «se desarrolla en un ambiente bastante tranquilo, aunque la mayoría vienen de un mundo complicado en el que las rencillas son corrientes. Muchos tienen problemas de salud anteriores y ahora parece que les da un poco igual o es complicado que rompan con sus rutinas. Con nosotros hay buena recepción, te agradecen lo que estás haciendo y unos te lo dicen abiertamente, otros más retraídos lo expresan con gestos no verbales», asegura. La experiencia para este estudiante del último curso de Magisterio en Educación Infantil: «Está siendo muy gratificante. A veces desconocemos la realidad de estas personas tan vulnerables. Hay que pararse a oír sus historias, tremendas, para saber por qué han acabado ahí y pensar que nos podría suceder a cualquiera el día de mañana».

En el centenar de huéspedes del improvisado alberge las jornadas discurren marcadas por el ritmo de las comidas, en las que se les toma la temperatura: «Un método que no es al 100% fiable, ya que no detecta a los posibles contagiados asintomáticos, pero se intenta que al menos haya un control médico», las actividades que programan animadores voluntarios y las salidas puntuales al patio exterior vallado. «En general lo llevan bien, nadie les impide estar en ese espacio al aire libre y no tienen que estar confinados en un piso. Han llegado incluso de otras comunidades al enterarse de que aquí había un albergue», cuenta. Fuera de La Tejerona, Christian llena las horas preparando su trabajo fin de curso y ocupándose cuando toca de la compra para la familia. Confía en poder volver pronto a la mar.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad