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Martin Baron - Periodista
«Los periodistas no podemos caer en el derrotismo porque nuestro rol es demasiado importante»Volvería a ser periodista si fuera joven de nuevo. Ahora siente que ya no tiene edad, pero ve en el oficio que le ha ... hecho célebre una carrera «interesante y significativa», que a él le ha dado tantas alegrías como quebraderos de cabeza. Habla un perfecto español Martin Baron, comunicador total nacido en Tampa en 1954 que ha llegado a dirigir 'The Washington Post' o 'The Boston Globe', a convertirse en personaje de cine en 'Spotlight' y tras cuya dirección de equipos hay 18 premios Pulitzer. Gran conocedor de España, tenía la asignagura pendiende de visitar este norte y eso ha hecho la última semana. Martin Baron ha estado en Llanes, Gijón y Oviedo. Se va con la materia aprobada después de encontrarse cara a cara con Hugo Bande, su profesor asturiano de español, y de pasar por la Redacción de EL COMERCIO para hablar de este hoy confuso que le toca mirar ya desde la barrera de la jubilación. «Maestro universal del periodismo de calidad». Así lo definió el director de este periódico, Ángel M. González, antes de una charla reveladora con la Redacción.
–Écheme una mano para empezar y dígame primero cómo se hace una buena entrevista.
–Hay que hacer preguntas punzantes para obtener respuestas francas. La idea es obtener información y hay que servirse de cualquier herramienta para conseguirla.
–¿Se hacen entrevistas demasiado complacientes hoy en día?
–Sí, pero todo depende del entrevistado y las circunstancias. No es lo mismo una persona de a pie que un político. Respecto a estos últimos sí hay demasiadas preguntas complacientes. Los periodistas tenemos que pedirles cuentas a los políticos y a todos los poderes de la sociedad y eso nos obliga a indagar en los hechos y hacer las preguntas adecuadas.
–¿Cómo es usted como lector de periódico? ¿Cómo es su relación con los periódicos desde que no está al frente de uno de ellos?
–Yo puedo hablar de cómo están actuando los periodistas en la cobertura del gobierno de Trump. Estoy satisfecho de la labor de los periodistas tradicionales, que creo que han cumplido con su misión y están indagando en los hechos, ofreciendo al público la información que necesita y merece. De un día a otro hay historias reveladoras sobre el gobierno de Trump y aunque hay muchas críticas hacia la prensa, yo no las tengo respecto a los periodistas tradicionales. Pero hay otros medios, como Fox News, que son brazos propagandísticos de ese gobierno. Confío en los medios tradicionales.
–¿Se lleva muchos sustos por la mañana cuando abre el periódico?
–No es miedo, pero sí hay un ambiente de desasosiego en el país y yo también lo siento, porque continuamente se producen grandes cambios, hay amenazas a la democracia, cada mañana o cada noche se anuncia una nueva medida que es peligrosa para las instituciones del país. Es un asalto contra los cimientos de la democracia.
–¿Cuál sería su titular del mundo actual? ¿Cómo revelaría en pocas palabras este hoy?
–Uf. Lo resumiría en que vivimos una ruptura de las alianzas del mundo y una amenaza a las instituciones democráticas.
–¿Y qué cree usted que va a pasar?
–No puedo predecir el futuro, pero los países europeos tienen que defenderse, tienen que asumir que no pueden seguir dependiendo de los Estados Unidos en las relaciones comerciales o la defensa de sus propios países. Y en mi país los ciudadanos tienen que defender sus derechos, su constitución y hablar abiertamente sobre lo que está haciendo el gobierno. No se trata de decir que todo lo que hace Trump es incorrecto, pero cuando hay amenazas a las instituciones democráticas la ciudadanía está obligada a resistirse.
–En 2017 tuvo una cena con Trump. Han pasado ocho años. ¿Cómo ha cambiado él?
–Ha cambiado mucho. Yo esperaba lo peor, pero ha sido todavía peor. El gobierno es más vengativo y corrupto que nunca. Está atacando a la prensa, a la judicatura, a las grandes universidades del país, a los bufetes más prestigiosos de abogados... y algunos han cedido a su presión. Es un gobierno canalla, diferente a todos los vistos con anterioridad porque no tiene ningún respeto al estado de derecho, a la constitución, a las instituciones... Ha convertido en arma su autoridad presidencial. Hizo eso durante su primer mandato, pero ahora ha tenido más impacto. Hemos descubierto que nuestras instituciones democráticas son más frágiles de lo que imaginábamos. Hay mucho temor, pero también hay resistencia, hay muchas demandas y habrá que esperar los fallos del Tribunal Supremo. Han pasado dos meses, pero han parecido dos años.
–¿Cómo es posible que la democracia se les esté yendo de las manos desde la legalidad, desde la propia democracia?
–Es como un golpe de estado interno. Los votantes le eligieron por varias razones. A Biden se le veía débil, sin capacidad para seguir dirigiendo al país y Kamala Harris estaba vinculada a sus políticas. Había un flujo masivo de emigrantes a través de la frontera sur, también una tasa alta de inflación, con subida de la alimentación, de la vivienda y de las hipotecas. A ese descontento respecto a Biden se sumó la guerra de Ucrania, que se veía como un desperdicio de dinero. Hay también una reacción contraria a la corrección política y contra cambios culturales relacionados con el aborto o el apoyo a comunidades como la trans. Fue una reacción contra las supuestas élites del país, incluida la prensa. Biden debía haberse retirado hace dos años, pero no lo hizo y cometió un gran error. Yo le echo la culpa. Además, el sistema favorece a los republicanos.
–¿Qué opina de la figura de Elon Musk en el gobierno?
–Musk aportó 300 millones de dólares a los candidatos republicanos, la mayoría, 270, a Trump. Trump respeta el poder y la riqueza, y piensa que Musk es un genio y le ha dado el poder, tiene más que cualquier otra persona en su gobierno. Es increíble, porque además tiene un montón de conflictos de intereses y está en los departamentos que regulan sus asuntos. Pero a Trump no le importan esos conflictos.
–¿Qué debe hacer Europa en este contexto?
–Europa debe despertar, ha de tomar su propio rumbo y no depender tanto de los Estados Unidos. Trump no respeta las alianzas ni las amistades. Además, él siempre ha pensado que los europeos y otros aliados se habían aprovechado de los Estados Unidos y siempre ha creído en el valor de los aranceles. Es un valor troncal para él. Habrá que esperar la reacción en el país, si hay un empeoramiento en la condición económica de sus electores, podría cambiar su postura. Ya se ha visto un repunte en la inflación, una ralentización económica y hay temores sobre una recesión. Vamos a ver qué pasa. Volviendo a Europa, él piensa que solo hay tres países importantes en el mundo, China, Rusia y EE UU, y los otros no le interesan. Creo que hay muchas posibilidades de que Estados Unidos retire las tropas de Europa, quiere tener más presencia en Asia y entiende que Europa puede defenderse.
–¿Cómo vive la polarización en la que estamos inmersos?
–La sociedad está muy polarizada en mi país. Creo que muchos ciudadanos dicen 'este partido es aliado de este otro partido o de este grupo y de esta ideología'. Yo no soy partidario de ninguna ideología, soy aliado de los hechos. Los medios tenemos la obligación de indagar en ellos, de descubrirlos, de contextualizarlos. Debemos ser aliados de los hechos y el contexto, y luego al público le corresponde tomar las decisiones sobre el futuro del país. Como periodistas no podemos resolver la polarización, nuestro rol es informar al público, darle la información que merece tener para gobernarse a sí mismo.
–¿Y si no la quieren o no la usan?
–Es su derecho. Nosotros tenemos que dar varios pasos para ganar la confianza del público: cubrir a toda la comunidad, todo el país, de manera comprensiva, honesta, con exactitud y nunca despreciar a nadie. Debemos reflejar las preocupaciones, las luchas, las esperanzas de todos los ciudadanos al margen de la política, y con una transparencia radical. Tenemos que aportar pruebas, no solo contar, sino también enseñar el trabajo hecho para escribir una información. Cuando hay un documento judicial debemos publicarlo, cuando hay un vídeo, también... Todos los datos han de estar disponibles para que el público vea que la información no está sacada de contexto. Y debemos cambiar la forma de comunicarnos. Los jóvenes acuden a sus vídeos de Tik Tok para hacerlo y son muy breves. Los medios tradicionales tenemos que aprender de ellos, de los 'influencers' y cambiar la forma de comunicarnos con el público. Nunca debemos caer en el derrotismo o el pesimismo porque nuestro rol es demasiado importante. No he conocido a nadie que triunfara pensando que iba a fracasar. Me mantengo optimista sobre el futuro y nuestra capacidad de adaptarnos a los cambios en el consumo de información.
–¿Hay más retos para el periodismo? ¿Qué pasa con la inteligencia artificial?
–Hay un montón de desafíos, y uno de ellos es el de la inteligencia artificial, que podría ser una buena herramienta para nosotros al rebajar la carga de trabajo, pero también es una amenaza, porque hemos visto la difusión de todo tipo de información falsa. Esa situación va a empeorar, cada vez será más difícil detectar las falsedades y refutarlas. También es un desafió cambiar las redacciones, porque siempre hay resistencia, pero es necesario reconocer que nuestro campo está cambiando de manera radical. El consumo de información ha variado por completo y la mayoría la reciben de manera virtual y la quieren de forma instantánea, a cualquier hora y en cualquier momento. Estamos en una época digital y visual y debemos adaptarnos a eso. Los jóvenes tienen poca capacidad de atención y eso exige cambiar los formatos de nuestras historias. Hay que entender las formas de recibir información y eso va a hacer que las estrategias tengan que cambiar cada cinco o seis años. Es un momento de incomodidad para la profesión, pero tenemos que sentirnos cómodos en ella, porque será permanente y no temporal.
–¿Cómo está viviendo lo que ocurre en Gaza y la postura de Trump?
–Es un tema demasiado complicado. Los medios debemos cubrir los dos lados, el sufrimiento en la franja de Gaza, porque es una gran crisis humanitaria, y también hay temor en Israel por la política de Hamás para destruir su país.
–Es un gran conocedor de la cultura española, ¿cómo nos ve a nosotros?
–Prefiero no comentar sobre la política española, no me siento bien informado.
–¿Por qué su amor por el español y por esta tierra?
–El español es el segundo idioma de mi país. Cuando yo trabajaba en Los Ángeles sentía la necesidad de comunicarme con la gente de a pie y escuchar las emisoras de radio para enterarme de lo que estaba ocurriendo. Es una manera de entender a una parte de la población de Estados Unidos. Fui a México, Guatemala y Costa Rica y cuando me convertí en director del 'Miami Herald' en el año 2000 quise estudiar con más intensidad y viajé a Sevilla. He seguido estudiando y ahora lo hago en línea con un profesor de español que vive aquí, cerca de Avilés. Quiero seguir mejorando.
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