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PABLO A. MARÍN ESTRADA
AVILÉS.
Miércoles, 18 de marzo 2020, 02:40
Dulce Albuerne lleva quince años al frente del kiosco Pali II de Avilés, en un lugar de bastante tránsito, próximo a la comisaría de la Policía Local y del estadio municipal Román Suárez Puerta. Está acostumbrada a las mañanas movidas detrás del mostrador del ... negocio que regenta con una hermana y la de ayer también parecía serlo, a pesar de la situación excepcional que los españoles vivimos estos días. Nos lo cuenta ella y podemos atestiguarlo por las continuas interrupciones en la conversación que mantenemos para atender a los clientes que acuden a comprar el periódico, revistas o tabaco. «Ayer nos informó la policía de que solo podemos despachar esos productos de primera necesidad. Chucherías, refrescos, etc. no están considerados como tales y los hemos retirado», detalla. Es consciente -como la mayoría de sus compañeros de profesión- de las previsibles pérdidas de ingresos motivadas por la emergencia y en ese sentido estima «muy importante que se reconozca oficialmente que la prensa es un bien de primera necesidad, porque lo es. Ahora que corren tantos bulos por internet, más. La gente puede informarse por los periódicos», opina. Ella procura hacerlo: «Me gusta echar un vistazo a las noticias del día y también escucho la radio».
Desde el primer momento sigue las instrucciones del Ministerio de Sanidad en su pequeño local: «Me lavo constantemente las manos, tengo alcohol para desinfectar, uso guantes y a los clientes les digo que solo puede estar uno dentro y poco tiempo. La gente se lo toma bien, lo mismo que cuando les dices que no puedes vender 'chuches' y demás». Fuera del kiosco también es consciente de la responsabilidad que debemos tener todos: «Me lo tomo muy en serio. Salgo solo a trabajar, compro al salir y me quedo en casa hasta el día siguiente».
De sus rutinas habituales echa de menos no poder ir a nadar a las piscinas municipales: «Hace unos días bromeábamos allí que con el cloro del agua estábamos protegidas. Esto es serio, pero reírse un poco ayuda». También añora a su «nietina» de dos años. «Mi hija vive cerca y ahora las veo por la ventana. A las ocho salgo a aplaudir y veo a la nena ahí haciendo lo mismo en su balcón. Me parece fenomenal que se aplauda y además creo que da moral a todos».
Las ventas de periódicos -ahora sin la clientela habitual de hostelería- están yendo «bien, el domingo vendimos mucho. A ver si se mantiene. Esa gente que dice que nunca tiene tiempo para leerlos, puede aprovechar y venir aquí», añade con humor. Además de los diarios, detalla que los clientes se llevan «bastantes revistas de pasatiempos», mientras han bajado las publicaciones deportivas. «Abrimos hasta las 3 de la tarde, una vez hemos dado la prensa». Ánimo y humor no le faltan.
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