Fotoilustración: El Correo/ asistida por IA

Patricia Ramírez, la madre del 'Pescaíto'

Perfil ·

La madre de Gabriel Cruz, el niño asesinado en Níjar, regresa a los medios para impedir que se comercialice con el drama de su hijo

Sábado, 15 de junio 2024, 14:02

El 'Pescaíto' se esfumó cuando, al parecer, llevaba a cabo un trayecto de apenas cien metros, la distancia que separa la casa de su abuela paterna de aquella donde viven sus primos en Las Hortichuelas, una barriada del municipio almeriense de Níjar. La extraña desaparición ... de Gabriel Cruz, que tenía 8 años, captó el interés de todo el país y, muy a su pesar, dio a conocer a Patricia Ramírez, su madre. Ella no lo sabía entonces, pero aquella extraña circunstancia, que tuvo lugar durante la tarde del 27 de febrero de 2018, cambiaría radicalmente su existencia.

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Las pesquisas en torno al suceso captaron la atención de los medios de comunicación y durante dos semanas todas las pantallas mostraron las idas y venidas de los padres de Gabriel, que estaban separados, y de Ana Julia Quezada, pareja de Ángel Cruz, el progenitor. Tal y como reveló posteriormente, Ramírez receló desde el principio de la mujer de su ex marido y no dejó de vigilar sus movimientos durante toda la investigación policial. Por desgracia, sus sospechas se confirmaron cuando apenas dos semanas después, el 11 de marzo, los guardias civiles interceptaron el vehículo que conducía la mujer, de origen dominicano, y encontraron el cadáver del pequeño en su maletero. Ana Julia lo había estrangulado el mismo día de su desaparición e intentaba cambiar la ubicación los restos del chiquilo ante el riesgo de que fueran hallados.

El rostro atezado y doliente de Patricia acaparó la atención durante aquellos días y, posteriormente, con motivo del juicio que llevó a la asesina a una celda tras dictarse la primera condena de prisión permanente revisable. A menudo, la madre de Gabriel ha aludido al 'tsunami' mediático que los acompañó, imparable, agotador y, muchas veces revestido de sensacionalismo. Y aunque la sentencia pareció apagar la atención pública, la realidad es que su maremoto personal no ha cesado durante este lustro.

La madre del 'Pescaito', licenciada en Educación Física, trabajaba para la Diputación de Almería cuando sucedieron los hechos. No eludió las cámaras entonces, pero siempre midió sus palabras evitando concitar todo el protagonismo. Tras el trágico acontecimiento, cambió de domicilio y de trabajo, y recibió atención psicológica, tal y como ella misma ha declarado. Según ha explicado, al principio de su nueva etapa, lo único que quería era permanecer sola en casa, al cuidado de las plantas, y recuperar el silencio perdido.

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Pero Patricia ha regresado. Un proyecto de documental ha impulsado su vuelta a las primeras planas. La iniciativa pretendía contar la historia del crimen de su hijo a través de las declaraciones de Quezada, una propuesta que ha movido a la madre a intervenir incluso demandando un Pacto de Estado en el Senado para proteger a las víctimas de delitos violentos.

Patricia no busca reparaciones materiales, sólo reclama que no le vuelvan a reventar la vida

Cinco años después del terrible crimen, ella ha asumido de manera unilateral la defensa de la memoria de su hijo y una ética que parece en desventaja ante la moda arrolladora del 'true crime', que se ha revelado tan rentable comercialmente. La defensora de Gabriel parece otra, se muestra más segura de sí misma, madura, reflexiva, poseedora de un verbo fluido y la convicción apoyada en sus estudios de Psicología y Criminología, que inició para entender la conducta de los perpetradores de actos tan incomprensibles como el ,que se llevó la vida de su hijo.

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Secuelas físicas

Patricia ya no es aquella mujer de aspecto frágil que se aferraba a la improbable hipótesis de que el niño hubiera sido raptado. Pero el dolor permanece en los surcos faciales y en una expresión que, continuamente, se antoja preludio del llanto. En las últimas entrevistas concedidas, asegura que seguir adelante no resulta sencillo, que su familia ha padecido las consecuencias del drama, que los primos de Gabriel debieron cambiar de colegio y que ella padece secuelas físicas como neuralgias o un soplo de corazón. Además, a su madre le han diagnosticado una enfermedad degenerativa que le devora la memoria.

El mundo no se ha olvidado de aquel niño que quería ser biólogo marino. Su tragedia ha alentado todo tipo de audiovisuales, pero sus familiares se han negado a colaborar. Ahora, han ido más allá ante la información de que la culpable ha proporcionado declaraciones para un documental en ciernes. Rechaza el pago por la responsabilidad civil para aprobar este tipo de iniciativas y solicita justicia y respeto bajo el lema 'Nuestros peces no están en venta'. No hay dinero de por medio en su lucha. En sus últimas apariciones, Patricia no busca reparaciones materiales, tan sólo reclama que, según sus propias palabras, no le vuelvan a reventar la vida.

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