Paseos entre osos, linces y lobos para conocer la Asturias más salvaje

Los planes al aire libre se han convertido en la apuesta ideal para disfrutar de una jornada veraniega y, si estos se desarrollan en plena naturaleza, constituyen uno de los principales atractivos para familias y grupos de amigos en este verano tan atípico. Los zoológicos asturianos y el cercado osero de Santo Adriano son algunas de las opciones que ofrece la región para el disfrute de todos aquellos que quieran acercarse a los animales en un entorno libre de virus.

Garantía de disfrute para los más pequeños de la casa y, también para los mayores, descubriendo las especies que estos espacios albergan y conociendo, muy de cerca, las curiosidades que rodean a los animales más salvajes que viven en estos recintos del Principado. En Santo Adriano ya están superando las cifras de visitantes del año pasado, y con motivo. La gente acude tranquila a estos parajes oseros en los que impera la verdosa calma. «Notamos que hay bastante afluencia en la Senda del Oso y en la Casa del Oso, tenemos números superiores a los de julio del año pasado», cuenta Pepín Tuñón, director de la Fundación Oso de Asturias.

Para descubrir este lugar a fondo y sin perder detalle, están organizando itinerarios guiados que garantizan terminar la jornada sabiendo muchas más cosas que a la llegada. «Este año hemos tenido que reducir el aforo de las visitas que son totalmente gratuitas», señala Tuñón. El recorrido presta atención a la naturaleza, pero también a todo el conocimiento que atesoran en la Casa del Oso. «Primero se va al cercado osero, donde se explican las características de las instalaciones, y luego se visita la exposición de la Casa del Oso. Allí, un compañero informa sobre la especie, su ciclo biológico y su comportamiento, entre otras muchas cosas», resume el director de la fundación. De momento, este mes las visitas se llevan a cabo los miércoles y los domingos, aunque en agosto aumentarán su frecuencia.

Después de tantas semanas sin recibir visitantes, los trabajadores del cercado notan las ganas acumuladas en la gente de sentirse libre. «Tiene ganas de actividades al aire», concluye Pepín Tuñón.

Y lo mismo ocurre en los zoológicos El Bosque, en Oviedo, y La Grandera, en Cangas de Onís, aunque en estas dos instalaciones la afluencia aún permanece a medio gas. «Se va animando poco a poco, no está siendo tan lento como pensábamos, pero tampoco estamos al 100%», indica Gonzalo Rubio, responsable de El Bosque. Allí aún se están recuperando del duro golpe que fue cerrar durante tantas semanas en primavera. «Esos meses son nuestro soporte vital, pensábamos en los más de 300 animales que dependen de nosotros», cuenta.

Rubio insiste en que este es un lugar al que los visitantes pueden acudir tranquilos. «Obligamos a que se mantengan las distancias de seguridad, a que se desinfecten y hay intinerarios marcados», explica. «Es más seguro que ir al supermercado». Y allí, además te encuentras entre lobos, macacos, tigres y serpientes.

Para Ernesto Junco, del zoo La Grandera, la salida del confinamiento también está siendo lenta, pero sin pausa. «Ya abrimos todos los días, exceptuando los miércoles. Está funcionando, pero todavía flojo», indica.

Las costumbres en este zoo de Cangas de Onís se han visto algo alteradas por el coronavirus, aunque la esencia del lugar se mantiene intacta. «No podemos llevar a cabo nuestros espectáculos de cetrería para evitar aglomeraciones, pero tenemos los mismos animales que teníamos antes», explica. Allí, hay linces, osos y una gran variedad de aves.

Junco invita a pasarse por La Grandera en esta época del año, «la mejor», a sus ojos. «Es un momento muy bueno para venir porque hay sombra en casi todo el recorrido», asegura mientras trabaja entre un coro salvaje de graznidos y rugidos.

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