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DARÍO MENOR / R. M.
GIJÓN.
Jueves, 22 de diciembre 2022, 01:19
El jesuita esloveno Marko Rupnik, uno de los más reconocidos artistas contemporáneos de la Iglesia católica, se habría comportado como un depredador sexual durante años con monjas de una congregación religiosa en la que ejercía como director espiritual fundada en Eslovenia, la Comunidad Loyola. Los ... supuestos delitos de índole sexual cometidos por Rupnik, que estarían acompañados de abusos de conciencia y de poder, se habrían visto favorecidos por el encubrimiento de algunos exponentes tanto del Vaticano como de la Compañía de Jesús, la congregación religiosa de Rupnik a la que también pertenece el Papa Francisco. El artista esloveno es autor de los lustrosos mosaicos de la girola de la iglesia gijonesa de San Pedro, donde trabajó durante dos semanas junto a su equipo en mayo de 2012 para decorar 200 metros cuadrados con sus coloridas creaciones.
El pasado lunes, la congregación a la que pertenecía invitó a las víctimas a presentar denuncias a un equipo de expertos creado específicamente para estos casos con el objetivo de escucharlas «con comprensión y empatía», según explicó el jesuita belga Johan Verschueren, superior de Rupnik. El anuncio llega días después de reconocer que sobre el artista esloveno pesan restricciones en sus tareas como sacerdote, por lo que ya no puede confesar ni dirigir ejercicios espirituales, a pesar de que una investigación realizada por la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), el 'ministerio' de la Santa Sede encargado de juzgar los abusos, concluyó el pasado mes de octubre que habían prescrito los delitos de los que se le acusaba.
Los abusos cometidos por Rupnik habrían tenido lugar tanto en Eslovenia como en Roma, a donde fue trasladado a finales de los años 90 tras los primeros casos y donde impulsó el Centro Aletti, su prestigiosa escuela de arte y espiritualidad. Una de sus víctimas, una exconsagrada de la Comunidad Loyola, denunció bajo condición de anonimato en el diario italiano 'Domani' los abusos sufridos durante años por parte del religioso. «La primera vez que me besó en la boca me dijo que así besaba el altar donde celebraba la eucaristía, porque conmigo podía vivir el sexo como expresión del amor de Dios», cuenta esta mujer de 58 años.
Fuentes vaticanas consultadas por este diario consideran que no se actuó con la debida firmeza en el caso debido en parte a que Rupnik cuenta con amigos personales y hermanos jesuitas en la Congregación para la Doctrina de la Fe. El propio Rupnik había confesado que absolvió durante la confesión a una mujer con la que había mantenido relaciones sexuales, un pecado muy grave para un sacerdote, lo que supuso su excomunión 'latae sententiae' (automática), levantada poco después -apenas un mes- tras haber reconocido su culpa y arrepentimiento. Es algo que confirmó la semana pasada el superior general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, al hablar del escándalo que tiene como protagonista a este jesuita célebre por sus mosaicos, expuestos también en el Palacio Apostólico del Vaticano y en la catedral de La Almudena de Madrid, entre otros lugares señalados.
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