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ANDREA ARRUÑADA
VEGADEO.
Lunes, 6 de julio 2020, 01:51
Una comarca natural, la de A Mariña y el occidente astur, vuelve al aislamiento justo cuando los negocios comenzaban la vuelta a la actividad. A algunos, el cierre de la frontera con Galicia les ha roto todas las expectativas laborales de cara al verano ... y, quién sabe, si por más tiempo.
La tapiega María Fernández tachaba los días en el calendario para retomar su trabajo en una escuela infantil privada en Ribadeo (Lugo). Hoy debería haber abandonado por fin el ERTE y recibir a los primeros niños con una gran sonrisa tras la mascarilla. Sin embargo, tanto su jefa como los otros dos centros de la localidad mariñana han decido no abrir «hasta que la situación mejore, por responsabilidad social». «El sábado estuve limpiando para tenerlo todo listo. Nos han hundido», explica la tapiega, que ve un futuro «muy negro».
En una situación parecida se encuentra Laura Argüelles tras su primer fin de semana de regreso a su puesto en el Bar Galicia, también en Ribadeo, que regenta su hermana mayor y su cuñado. «Tengo la sensación de que volvemos para atrás. Por mucho que tomes medidas, si la gente no pone de su parte, no vamos a salir de esta», señala preocupada por cómo se va a desarrollar el resto de la temporada.
«Dependemos del turista para sobrellevar el invierno y del cliente asturiano». Ayer, domingo, las calles ya habían perdido el trajín de los últimos días. «No recuerdo un julio tan malo y apenas llevamos unos días. Mucha gente que vino de vacaciones ya nos ha dicho 'nos volvemos a casa'. Les entiendo porque esto se puede alargar. Tras las elecciones, no sabemos lo que va a pasar», dice.
Al otro lado del Eo, desde la Asociación de Comerciantes de Vegadeo valoran positivamente la medida tomada por la Xunta esperando que el brote «se quede en eso». «Nos veremos afectados otra vez, pero toda prevención es poca», recuerda la presidenta, Isabel Menéndez.
El Ayuntamiento de Vegadeo ya prohibió el pasado viernes la celebración del mercado semanal del sábado porque la mayor parte de vendedores proceden de la comunidad vecina. El regidor, César Álvarez, reconoce que ha sido una decisión «difícil» pero «acertada» para evitar la expansión del virus. «No podemos permitir que se pierda agosto, sería terrible para la comarca. Asumimos que va a haber casos, por eso hay que apelar a la responsabilidad, la prudencia y las medidas de protección. Tenemos que aprender a convivir con el virus». Para minimizar el riesgo, los mercados previstos para hoy en Tapia de Casariego y Boal también se han cancelado.
En el municipio de Castropol, donde el trasiego de vehículos por el puente de Los Santos es constante, sí existe cierta sensación de «intranquilidad» después de una buena evolución de la pandemia. «Íbamos mejorando, pero esto demuestra que no debemos bajar la guardia», apunta el alcalde, Francisco Vinjoy, quien destaca la «rápida actuación» de las autoridades gallegas.
Precisamente, la semana pasada el Consistorio lanzó una aplicación informática para comprobar el aforo de sus playas -la de Arnao, justo en la frontera, y la de Peñarronda- en tiempo real y así evitar desplazamientos que produzcan aglomeraciones en los arenales, aparcamientos, paseos y merenderos. «Lo principal es evitar el cierre del servicio, para eso hemos necesitamos la colaboración de todos».
Para el hostelero castropolense Luis González, el nuevo confinamiento se va a notar sobre todo en la pérdida de los turistas madrileños afincados en Ribadeo que cruzan la ría para disfrutar del ocio. «Igual nos ayuda a quitar un poco el miedo aquí. Los clientes estaban muy pendientes de lo que iba pasando. Por el momento, no tenemos casos confirmados y esperemos que siga así», afirma desde el bar La Casilla.
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