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EVA FANJUL
Gijón.
Jueves, 4 de junio 2020, 02:04
«Me dijeron que mi abuelo no tenía nada, que se moría de mayor y se apagaba como una vela y en el certificado de defunción descubrimos que padecía una neumonía basal desde hacía diez días», asegura Laura Candela Uría. Su abuelo era Cándido ... Uría Álvarez de 89 años, el primer residente fallecido por elbrote de COVID-19 del Instituto Gerontológico Astur, más conocido como El Carmen. Su familia acusa ahora a esta residencia de «negligencia médica y ocultación de información», motivo por el que estudian emprender acciones legales . «Llámabamos todos los días para hablar con él pero el 18 de mayo nos dijeron que estaba pachucho por una bajada de tensión. Días después, nos dimos cuenta de que tenía dificultad respiratoria y lo dijimos. Sin embargo, no lo llevaron al hospital ni le hicieron pruebas del virus hasta que un empleado dio positivo», relata su nieta, que ayer contaba su historia en la TPA.
Apunta que, por ese motivo, la pasada semana ya había solicitado los informes médicos de su abuelo. Documentos que, asegura, «aún no me han dado». Laura Candela y su hermana Sara dicen no estar enfadas por que hubiese un brote de coronavirus, «eso puede pasar», afirman. «Lo que nos moleta es que mi abuelo no haya recibido la atención médica que necesitaba».
La familia de Cándido Uría reprocha además no haber sido informada de manera inmediata de su fallecimiento. Laura Candela explica como cerca de la una de la madrugada del sábado 30 «me llamaron para decir que mi abuelo había dado positivo e iba a ser trasaladado al Credine». Pero su abuelo no llegó al centro de Barrosy la segunda vez que llamó para preguntar por él le confirmaron que se había anulado el ingreso. «Fue entonces, cerca de las tres de la mañana cuando llamé a El Carmen y me dijeron que mi abuelo había muerto», afirma.
La hija de otra residente que ha dado positivo en COVID-19 y que se encuentra ingresada en el Credine asegura que también estudia acudir a los juzgados. «Mi madre estaba en la primera planta y se contagió porque no habí las medidas de seguridad adecuadas, estoy segura», afirma Isabel Carús González. Carús asegura que «todo lo que dijeron los auxiliares del Sespa acerca de la falta de higiene y las instalaciones obsoletas es verdad». En su opinión, «no hay personal suficiente para atender a los ancianos.
La presidenta del Foro Jovellanos, Isabel Moro, que ayer publicaba un artículo en este periódico hablando de la situación de su madre, ingresada en elmismo centro, celebraba que el texto hubiese tenido efecto. «Esta tarde -por la de ayer- he recibido una llamada de la supervisora de la residencia que fue para mí una bocanada de aire fresco, porque no saber de ella me tenía respirando a medio gas, ahogada por la pena. Y lo fue porque detrás de esa llamada había una persona conocida que la fue a ver, aunque fuera desde la puerta, y que me contó algo más que un escueto 'está bien'. En mi artículo recalqué que el personal era excelente, lo que reitero. Fue una semana de muchas preguntas sin respuesta, de incertidumbre, de no saber si ese 'está bien' era del todo cierto. Ahora, aunque el camino sigue siendo duro, yo ya sé que tiene cerca una cara conocida», contaba ayer.
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