Al regresar esa noche a casa, un joven banquero suizo se preparó una cena y fumó de una pipa en la que vaporizó un polvo blanco, una nueva droga conocida como nitazenos. Poco después, murió de sobredosis. Sin ruido, los nitazenos tratan de conquistar las ... calles. Son cien veces más potentes que la morfina y diez más que el fentanilo, advierten varios estudios científicos, y tratan de sustituirlos en el mercado. Su aparición es tan reciente que esta sustancia pasa desapercibida en los análisis de sobredosis de las urgencias hospitalarias. El joven fallecido «desarrolló su adicción rápidamente después de consumir aproximadamente un gramo de isotonitazeno en un mes», según el estudio 'Intoxicación mortal en tres casos relacionados con una nueva sustancia psicoactiva no declarada en Suiza'.
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La investigación, realizada por la Fundación Alpina de Ciencias de la Vida (Fasv), pone rostro a los consumidores de la novedosa sustancia. Trabajó con tres fallecidos. Todos jóvenes y «en situación social y laboral aparentemente saludable» y «bien integrados». El primer caso comenzó a usar los nitazenos con fines recreativos y en pocos días desarrolló «síntomas de abstinencia crecientes, como transpiración, náuseas, tensión mandibular y estrés psíquico intenso», que le llevaron a elevar las dosis. El segundo era técnico en informática que «padecía un síndrome depresivo que surgió unos tres años antes, tras un desengaño amoroso al que siguió el abuso de drogas, incluido el fentanilo». El último era educador social con depresión y en tratamiento psicológico. A los tres se les halló cantidades entre 0,60 y 2,2 nanogramos de nitazenos por mililitro de sangre. Ninguno tenía otra sustancias en cantidades tóxicas.
Se habla de nitazenos, en plural, porque los hijos del bencimidazol, su precursor, tienen varios nombres, con la misma terminación: isotonitazeno, metonitazeno, etanizeno, etodesnitazeno o metodesnitazeno, los más conocidos. Consumidos en polvo, píldoras o líquido, y caracterizados por su «alta potencia», comienzan a alertar a las instituciones en Europa por su penetración en «mercados locales de algunas ciudades», donde «pueden mezclarse deliberadamente con heroína y han provocado una serie de sobredosis mortales y no mortales», indica el informe 'Nuevas tendencias de drogas. Monitoreo de la sociedad civil de la reducción de daños en Europa 2023», de Correlation Network. Su entrada en el continente, sobre todo en Reino Unido (Londres, Dublín y Glasgow), Estonia (Tallin), Malta y Polonia, «parece más un experimento, un intento por introducir nuevas mezclas en el mercado», sin anunciar que estén «disponibles opioides más fuertes» a unos consumidores que compran «todo lo que se les ofrece».
40.000 personas
utilizan un opioide sin receta diario en España, según el Ministerio de Sanidad
Según esta organización privada para la «reducción de daños» de los estupefacientes, los nitazenos son un «adulterante» comprado como heroína. Otros reportes dan cuenta de hallazgos de metonitazeno y etonitazeno en falsas tabletas de oxicodona. Los usuarios son «hombres y mujeres de diferentes grupos de edad que generalmente tienen la intención de consumir otras drogas». La primera notificación oficial en Europa, con muestras biológicas con trazas de 'iso', ocurrió en el verano de 2019, indica el artículo 'Viejos medicamentos y nuevos desafíos: una revisión narrativa de los nitacenos', realizado por Nema Research y publicado en 'Cureus'.
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En España se detectó un caso de nitazenos el verano pasado, en el servicio de Energy Control, un programa de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). Un particular la entregó para que le hicieran un «análisis de sustancias». «La compró como heroína sintética, pero en realidad tenía protonitazeno», asegura Mireia Ventura, directora de los Servicios de Análisis de esta entidad. «La persona buscaba nuevas experiencias y sabía lo que hacía cuando la adquirió en la 'deepweb', a 100 euros el gramo».
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¿Empezar a consumir drogas con los nitazenos es la muerte? «Sí, literalmente», asegura Ventura, que esta semana participó en el seminario de la Red de Atención a las Adicciones (Unad) con la ponencia 'Nitazenos y otras drogas sintéticas: un análisis riguroso para profesionales de la atención a drogodependencias'. «Solo se puede usar si vas con dosis crecientes y poco a poco. Son extremadamente potentes y muy difíciles de mezclar. En un gramo tienes una distribución no homogénea, que puede tener desde 1% en una parte a un 10% en una otra, que ya es mortal. Entre una dosis activa y otra tóxica hay muy poco margen».
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En un país donde unas 700.000 personas han tomado alguna vez opioides, según el Ministerio de Sanidad español, los expertos no aprecian mayor riesgo. «El fenómeno del abuso de drogas está sobre todo asociado al uso recreativo. A la diversión y la fiesta están el alcohol, el cannabis y la cocaína, pero no los opiáceos (derivados de la amapola) ni los opioides (químicos que emulan los efectos del opio), que son depresores del sistema nervioso central», asegura Lourdes Azorín, médico de Proyecto Hombre, una organización dedicada a la recuperación de las adicciones, que no tiene «demanda de tratamiento por opioides ni por fentanilo». «No hay constancia de que suponga un problema de salud aquí».
Sin embargo, «hay factores que indican que la cosa se puede complicar un poco más, como la falta de heroína, que viene de Afganistán, donde los talibanes regulan ahora el cultivo, lo que puede traer desabastecimiento», sostiene Ventura. «Si no llega suficiente heroína para cubrir la demanda, hay riesgo de que se utilicen adulterantes como los nitazenos. Pero aquí tenemos muchos servicios para manejar una crisis, si la situación cambiara en unos meses».
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Otro factor de riesgo asoma en la última 'Encuesta sobre alcohol y drogas en España' (2022). La cantidad de personas que compran opioides sin receta y que la consumen todos los días llega a 40.000, y los que la usan al menos una vez al mes suman 120.000, con un inicio de consumo a los 25 años con tramadol y codeína en la mayoría de los casos. Los nitazenos no se incluyen aún en las estadísticas sanitarias y su consumo se estima casi inexistente, aunque no hay datos oficiales ni mecanismos de detección activados. Las fuerzas del Estado, como la Guardia Civil, declinaron participar en el reportaje.
Hace unos meses, la DEA (Agencia de Control de Drogas de Estados Unidos, un país con unas 80.000 muertes por sobredosis de opioides) lanzó una alerta para una «clase peligrosa de drogas» que «nunca fue aprobada para uso médico». Aseguraba que su introducción busca abaratar la producción, mezclándola con heroína y fentanilo en laboratorios clandestinos. En España se desmantela este tipo de instalaciones una o dos veces al año, según los comunicados de la Policía Nacional. El último, hace dos semanas. Nunca se han encontrado opioides, pero sí otras drogas de síntesis, como speed, éxtasis, ketamina, tusi, anfetamina, cristal o LSD.
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«Yo creo que estamos lejos de poder sufrir un problema como el de Estados Unidos», descarta Azorín. «Allí se prescribía fentanilo y otros opioides de una manera indiscriminada. Se creó un núcleo de población adicta que aumentó el consumo de esas drogas. Aquí existe un control de la prescripción mucho mayor».
No obstante, en España «hay gente con dolor que lo está pasando mal, y no puede acceder a su medicación porque se está intentando ser más restrictivo. Si la gente va a buscarlo a la calle, ocurrirá lo de Estados Unidos. Hay que tener conciencia de la realidad de gente con las medicaciones necesarias y de la amenaza que enfrentan. La solución no es limitar la prescripción de fentanilo».
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Una vez en el organismo, la droga se distribuye por el cerebro, los pulmones, el corazón y el bazo, según el estudio forense de los tres cadáveres suizos. Llegó la euforia, la somnolencia, el alejamiento del estrés y el dolor. Luego la lentitud envolvió la respiración y el ritmo cardíaco. Después vino la muerte.
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