José Luis Serrano. R.C.

José Luis Serrano

Doctor en Química
«El negacionismo va unido al desprestigio de la ciencia»

Miembro de un club que busca gazapos científicos en el cine, reconoce que le relaja meterse en el laboratorio y escuchar música. «Es como cocinar»

Domingo, 23 de junio 2024, 00:11

No todo el mundo tiene la capacidad de hacer accesible la ciencia a los profanos en la materia, pero José Luis Serrano sí. Químico por vocación, profesor de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) e investigador, Serrano (Valencia, 1970), además, se dedica a la divulgación ... científica participando en diversos proyectos nacionales e internacionales. Lo que también le apasiona a Serrano, casi tanto o más que la química, es la música, y tras pasar varios años grabando y actuando como Remo Persutti, ahora ha vuelto a Higinio, su grupo de siempre. ¿Quién dijo que la química era aburrida?

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–Los boquerones del aperitivo se cuecen en frío a través del ácido del vinagre. Pura química.

–El vinagre da mucho juego y se usa desde siempre para la conservación de los alimentos. Entre otras cosas, yo trabajo con el ácido acético, que es el vinagre, y gran parte de esa investigación tiene que ver con hacerlo reaccionar con el paladio. De hecho, así hemos conseguido un catalizador para sintetizar nuevos medicamentos antivirales.

–¿De pequeño jugaba al Quimicefa?

–Sí, siempre me ha gustado muchísimo la química. Al terminar la carrera pasé un momento de crisis porque no sabía exactamente qué trabajos hacía un químico, y cuando los vi no tenía muy claro que me fueran a gustar. Pero lo que sí me ha gustado siempre es enseñar y estudiar química, no me canso nunca de hacerlo. Me voy al laboratorio muchos viernes, ahí me pongo la música y ya me relajo y me dedico a investigar. Es como cocinar, ¿no?

–Tradicionalmente, las ciencias y las humanidades han sido compartimentos estancos. ¿Aún existe esa división?

–Sí, aunque ya hay muchos proyectos que tienden a aunar ciencia, tecnología y humanidades. Por ejemplo, la UPCT tiene una alianza europea con otras ocho universidades politécnicas, alianza que pretende que los profesionales de la tecnología, de la ingeniería y de la arquitectura tengan muy presente la parte humanística mezclando ética y tecnología, o estética, como movimiento filosófico, y tecnología.

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–¿Investigar en España sigue siendo llorar?

–Si miras los números, la inversión sigue siendo pobre. Ha costado muchísimo volver a los niveles precrisis y a los prepandémicos porque, en tiempos de crisis, lo que se ha hecho aquí siempre es recortar. Es un tema complicado, aunque actualmente hay muchos programas de recuperación de talento y becas muy interesantes. Y tengo la impresión de que la gente está muy formada, más de lo que podíamos formarnos nosotros antes, pero la estabilización laboral les sigue resultando muy difícil.

–Pero, a partir de la pandemia, el trabajo científico ha tenido mayor reconocimiento, sobre todo por la rapidez con la que aparecieron las vacunas.

–Eso fue alucinante. Como científico, lo viví ilusionado porque los tiempos de la ciencia son muy lentos, pero la urgencia mejoró mucho la comunicación entre gente de distintas partes del mundo que se unió para colaborar en un objetivo común. Conseguir resultados en tan poco tiempo no se había hecho antes, pero esa rapidez ha dado lugar a varias demandas porque alguna de las vacunas tenía efectos secundarios.

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–Con el auge del negacionismo, la divulgación científica es fundamental.

–Claro, pero, probablemente, ese negacionismo va unido al desprestigio de la ciencia. Antes, en general, la ciencia tenía un prestigio; ahora, muchos lo invalidan dependiendo de lo que diga el científico: si les dice lo que quieren oír, todo estupendo, pero, en caso contrario, dicen no, ese tío está pagado por no sé quién. Y en ese barullo salimos perdiendo todos, por eso es más importante que nunca la divulgación científica. Pero también hay que hacer autocrítica, porque hay gente de ciencia que se ha prestado a hacer cosas raras, y es cierto que, seguramente, ha habido una crisis de honestidad. Todo el mundo tiene parte de culpa.

Mujeres en la ciencia

–Cada vez hay más mujeres en carreras de ciencias.

–Sí, lo notamos en las distintas ingenierías. Nosotros tuvimos un proyecto piloto que se hizo en cinco universidades de España y que se llamaba 'Quiero ser ingeniera'. Además, yo estuve dos o tres años organizando campamentos de verano en los que se seleccionaba, estrictamente por notas en Física, Química, Matemática y Dibujo, a estudiantes de todo el país. Venían cuatro turnos de treinta personas, y ninguno traía menos de veinte chicas. Pero luego, curiosamente, la mayoría de ellas no optaba por carreras de ingeniería o de tecnología, sino que se iban a Medicina y carreras asistenciales. Así que aún queda camino por recorrer.

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–Usted era parte de 'Bloopbusters', un grupo de científicos dedicado a cazar gazapos en el cine. ¿Cuál es el mayor disparate que ha visto en una película?

–A mí me encanta uno de la cuarta entrega de Indiana Jones. Hay una explosión nuclear, Indy se mete en una nevera porque tiene un cartelito que pone que está cubierta de plomo, la nevera sale volando y él sobrevive a la explosión. Y sí, el plomo protege de la radiación, pero no de una explosión nuclear, claro.

–¿Y la película más fiel a la ciencia?

–'Interstellar' es muy buena. Y a ningún químico le permitiría acabar la carrera sin ver 'Breaking Bad'. Salen muchas cosas que están muy bien.

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