Excavación en la cueva portuguesa donde aparecieron los restos de marisco. Mariana Nabais / IPHES-CERCA
Arqueología

A los neandertales les gustaba el marisco

Un grupo que habitaba una cueva portuguesa capturaba ñoclas hace ya 90.000 años, las cocinaba al fuego y las partía para comerlas

Miguel Rojo

Gijón

Miércoles, 8 de febrero 2023, 03:28

Cada vez sabemos más de la dieta neandertal, y cada vez queda más lejos la teoría inicial de que eran poco más que unos brutos carnívoros. Si de los estudios de los restos de El Sidrón aprendimos que comían setas y hongos, además de utilizar ... hierbas medicinales, los trabajos arqueológicos en el yacimiento de Gruta da Figueira Brava, al sur de Lisboa, en Portugal, han puesto al descubierto unos sorprendentes restos que demuestran que, hace más de 90.000 años, marisqueaban grandes cantidades de ñoclas, las cocinaban al fuego y las comían. Esta es la principal conclusión del trabajo publicado en la prestigiosa revista 'Frontiers in Environmental Archaeology', en un trabajo liderado por Mariana Nabais, investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social.

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La relevancia de esta investigación es que demuestra que «los neandertales explotaban los recursos marinos de forma intensiva, algo que hasta hace poco se consideraba que era una práctica exclusiva de los humanos anatómicamente modernos». Y es que el consumo de presas de pequeño tamaño por parte de los homínidos es un tema ampliamente controvertido por parte de la comunidad científica, pues atribuían este tipo de prácticas solo a los sapiens. Actualmente, la cueva estudiada está pegada al mar, pero, cuando nuestros antepasados ​​neandertales la ocuparon, debían desplazarse más de dos kilómetros para llegar a la costa. En sus depósitos arqueológicos se han recuperado gran cantidad de herramientas de piedra y huesos, que demuestran que este era un espacio de hábitat por parte de grupos de neandertales. Y destacan gran cantidad de restos de crustáceos de gran tamaño «que presentan claras evidencias de haber sido aportados y consumidos por parte de estas poblaciones del Paleolítico medio», aseguran los investigadores.

Los restos de marisco documentados en Figueira Brava son muy diversos y corresponden a diferentes especies. Ahora bien: hay una que sobresale muy claramente por encima del resto: el Cancer pagurus; es decir, el buey de mar o ñocla, como se le conoce en Asturias. Del conjunto de restos representados existen fragmentos de caparazones de estos animales y, sobre todo, pinzas. «No es raro si tenemos en cuenta que son las partes más duras del animal y, por tanto, más fáciles de conservar a lo largo del tiempo», explican los científicos.

«Nuestros resultados añaden un apunte más para desmentir la idea de que los neandertales eran habitantes primitivos de las cuevas que apenas podían ganarse la vida con las carcasas de caza mayor», dice Nabais. «Junto con la evidencia asociada del consumo a gran escala de mejillones, almejas y una variedad de peces, nuestros datos se oponen a la idea de que los alimentos marinos tuvieron un papel importante en la aparición de habilidades cognitivas supuestamente superiores entre las primeras poblaciones humanas modernas del África subsahariana». Esto es, que fue ese tipo de alimentación la que favoreció que los sapiens fuesen más inteligentes que los neandertales. En este sentido -añade-, «la noción de los neandertales como carnívoros de primer nivel que viven de grandes herbívoros de la tundra es una idea extremadamente sesgada». Porque claro, ¿quién se puede resistir a una buena mariscada?

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