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A. C. Rodríguez
Gijón
Viernes, 1 de diciembre 2023, 00:57
El debate sobre los límites éticos de los tratamientos de fertilidad está cada vez más presente. Ayer volvió a adquirir dimensiones de polémica a nivel mundial, después de que trascendiese que una mujer de 70 años dio a luz este miércoles a gemelos en un ... hospital de Uganda tras someterse a un procedimiento de fecundación in vitro. Y todo, solo tres años después de haber dado a luz a otro bebé, según informó el propio centro médico en sus redes sociales el mismo día del alumbramiento.
Lo primero y más importante, antes de entrar en harina: en el mensaje que publicaba orgulloso el Women's Hospital International & Fertility Center se aclaraba que tanto los recién nacidos como su madre se encuentran bien. Y ahí se acaban los motivos unánimes de alegría, porque el tono de su 'post' en Twitter levantó ampollas por la forma y el fondo: el hospital, se congratulaban, «¡establece récord africano! Al celebrar nuestro vigésimo aniversario, hemos logrado lo extraordinario: ¡darle gemelos a la madre más anciana de África, de 70 años! Este es un evento histórico».
Histórico, sin duda. Inmejorable campaña de marketing dirigida a quienes están dispuestos a todo para traer a este mundo a un nuevo ser, también. Pero la avanzada edad de la madre revive las posiciones enfrentadas -en Europa, con más detractores que simpatizantes- de este tipo de prácticas. «Esta historia no es sólo un éxito médico, sino que demuestra la fortaleza y resiliencia del espíritu humano», proclamó ajeno el centro de Kampala, que también compartió vídeos de la mujer, Safina Namukwaya, antes y después de dar a luz a un niño y una niña, de 1,7 kilos cada uno.
Por si fuera poco, las declaraciones de la añeja madre no hicieron más que regar con gasolina el fuego: Namukwaya reconoció a la cadena NTV que sufrió algunas complicaciones durante el embarazo y admitió que no sabe cómo podrá criar a sus hijos, entre otros motivos porque el padre les ha abandonado. «A los hombres no les gusta oír que vas a tener más de un hijo. Incluso después de que me ingresaran, mi hombre nunca apareció», dijo. El al parecer no tan orgulloso padre se llama Robert Kenyangi y tiene 31 años.
También contó ella algunos traumas pasados, incluidos abortos y la pérdida de su marido a principios de la década de los noventa. Asimismo, habló para los medios de las burlas de un chico que un día llegó a decirle que estaba «maldita» y que se iba a quedar sin hijos, tras no poder haber tenido ninguno con su fallecido esposo. No fue así.
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