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La Organización Mundial de la Salud, a través de sus portavoces para la pandemia de COVID-19, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, el doctor Mike Ryan y la doctora María Van Kerkhove, centró toda la atención en su rueda de prensa de esta tarde en las poblaciones más vulnerables ante los posibles efectos colaterales de la pandemia de COVID-19.
La OMS aseguró esta tarde que los efectos colaterales de la COVID-19 en los grupos ya de por si vulnerables (mujeres, niños y adolescentes) de países de bajos y medios ingresos pueden ser devastadores. La pandemia ha llevado al límite a sistemas de salud que ya estaban funcionando por encima de sus posibilidades aumentando así, por ejemplo, el riesgo de que muchas mujeres mueran durante el parto. Para paliar estas consecuencias, la organización ha publicado unas guías para mantener los servicios de salud básicos que proporcionen atención médico-sanitaria a los grupos anteriormente citados.
Además, la OMS ha investigado a fondo los riesgos de transmisión de la COVID-19 durante la lactancia materna y ha concluido que, aunque los recién nacidos y los niños no son inmunes ante el coronavirus, la lactancia materna puede prevenir un gran número de enfermedades. Por ello, según la evidencia disponible hasta la fecha, la OMS recomienda continuar con los protocolos de lactancia materna ya que sus beneficios superan con creces el riesgo potencial de contagio de COVID-19. Se incluye en esta recomendación a aquellas madres que estén bajo sospecha de haber contraído la COVID-19, así como en la necesidad de que los bebés permanezcan con sus madres a no ser que estas estén muy graves. Para acompañar estas recomendaciones, la OMS ha publicado unas guías clínicas disponibles de forma gratuita en su página web.
A su vez, la OMS mostró su preocupación por el impacto de la pandemia en los adolescentes y los jóvenes. Según sus datos, los adolescentes y los adultos jóvenes tienen mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad, acoso en línea, violencia sexual y física, así como embarazos no deseados al mismo tiempo que carecen de la habilidad y las capacidades para solicitar ayuda profesional.
Además, el cierre de las escuelas de y las universidades ha tenido como consecuencia la descontinuación de servicios de prevención, que, en algunos países, tratan hasta a un tercio de la población adolescente de forma exclusiva en los centros educativos. Este cierre también ha tenido un impacto negativo para los millones de niños en todo el mundo que se alimentan gracias a programas implementados en las escuelas.
Se cree que estas circunstancias, junto con el impacto sobre la salud mental de estos grupos, la falta de ejercicio físico y el aumento del tabaquismo y el consumo de alcohol y drogas puede tener un impacto negativo a largo plazo sobre la salud de toda una generación. Para tratar estos problemas, la OMS ha publicado unas guías para asegurar el mantenimiento de los servicios básicos, como ya habían anunciado en ruedas de prensa anteriores.
En este contexto, la OMS también ha desarrollado unas guías para los autocuidados de toda la población en las que se incluyen recomendaciones básicas como comer sano y hacer ejercicio, pero también recomendaciones sobre el uso de medicamentos sin receta y el uso de la telemedicina para limitar el riesgo de contagio. Cabe destacar la autoadministración de fármacos anticonceptivos, algunos de ellos inyectables, para prevenir embarazados no deseados, así como los medicamentos necesarios para tratar el VIH y otras enfermedades crónicas que los pacientes pueden autogestionar durante la crisis sanitaria para no perder calidad de vida.
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