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Una vez más, parece que se reaviva el debate de si es ético mantener animales en cautividad para entretenimiento humano. ¿El motivo? La muerte de Kiska, la orca conocida popularmente como 'la más triste y solitaria del mundo'. El cetáceo ha fallecido en Canadá donde residía desde hace décadas, por culpa de una infección bacteriana. El animal, de 47 años, llevaba 10 años sola, sin ningún tipo de compañía, en MarineLand, un acuario de Ontario en el que pasó los últimos años viviendo en cautiverio y totalmente aislada de otros animales. De hecho, por este mismo motivo era considerada la ballena más solitaria del mundo, según la bautizó el 'Whale Sanctuary Project'. 44 años de vida y sólo tres de ellos en libertad. Así fue el ciclo vital de la orca.
«El equipo de cuidado de mamíferos marinos y los expertos de MarineLand hicieron todo lo posible para apoyar la comodidad de Kiska y llorarán su pérdida», explicaron el pasado viernes en un comunicado los responsables de MarineLand, el centro que la había cuidado en los últimos diez años.
Kiska fue capturada en 1979 cuando solo tenía 3 años y estuvo viviendo con algunas orcas en un acuario en Islandia antes de ser vendida a MarineLand. Mientras estuvo en Islandia, fue compañera de tanque de una orca llamada Keiko, futura estrella de la exitosa película 'Liberad a Willy'. Ya en las instalaciones de Canadá, Kiska llegó a dar a luz a cinco ballenatos y todos ellos murieron de forma trágica a una edad muy temprana, por lo que la orca siempre acabó estando sola. Este hecho es especialmente importante en una especie que se dice que siente mucho las emociones: muchos expertos creen que el dolor y trauma por estas muertes habrían marcado de por vida a Kiska.
This video was taken on Sept 4th, 2021. Anti-captivity activists entered MarineLand and observed Kiska, their last surviving orca bashing her head against the wall. Please watch and share. This cruelty must end. #FreeKiska pic.twitter.com/uKCxF1AScz
— Phil Demers (@walruswhisperer) September 8, 2021
Su caso se hizo especialmente famoso cuando, en 2021, se hizo viral un vídeo en que se veía a Kiska dando cabezazos, como si estuviera frustrada o enfadada, contra las paredes de la piscina en la que vivía encerrada. Desde entonces las plataformas animalistas intensificaron, sin éxito, las campañas para que pudiera la orca quedar en libertad, con el lema de apoyo 'Free Kiska'.
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