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El congelador ofrecido era de muy reducidas dimensiones.
El supermercado, en casa
1973. Hace 50 años

El supermercado, en casa

La iniciativa de alquilar un congelador lleno de comida al mes se vendió hace medio siglo como un avance en las libertades de la mujer

Martes, 28 de noviembre 2023, 01:51

Un congelador de alquiler. Aquello, según decíamos, era la muestra de que España se integraba a marchas forzadas «en esa Europa de confort, comodidad y renta per cápita envidiable», aunque hoy en día, a toro pasado, podemos afirmar que no tuvo gran éxito. En Asturias, al menos. «Después de los electrodomésticos, que permiten a la mujer dedicarse a otros quehaceres más importantes, llega a España un viejo sistema que puede revolucionar la alimentación del hombre moderno: los productos congelados y su mantenimiento en la casa». Ocurría, según decía la empresa Froswel, «totalmente española», que ella, la mujer de su casa actual, no quería «pasar muchas horas en la cocina, ni en el mercado; tiene otros lugares donde consumir sus horas». Y ahí era donde entraba el congelador de marras. A 300 pesetas mensuales, la compañía ofrecía un arcón congelador del tamaño «de una pequeña lavadora, que puede tenerse en cualquier lugar de la casa, incluso en la terraza o el balcón».

El ama de casa podía decidir los productos que este contenía, y, junto a todo ello, se facilitaba un libro «donde se dan una diversidad de instrucciones», desde cómo descongelar los alimentos hasta cómo cocinarlos. «Tenemos desde pavo, guisantes, mariscos, albóndigas, hasta croissants o churros», afirmaban los de Froswell, a precios populares y sin perder un ápice de calidad, aunque los congelados aún tuvieran cierta mala fama. Decían que «la experiencia ha demostrado que los productos congelados están menos sometidos a las anormalidades», aunque las más veteranas seguían sin verlo. Frente a ellas, siempre según el responsable de Froswell, «las señoras jóvenes, entendiendo como tales hasta los 45 años o poco más, se muestran muy interesadas». Los tiempos modernos. Eran todas, eso sí, de clase media para arriba, porque 300 pesetas no eran moco de pavo en 1973; y, por el momento, residentes únicamente en Madrid. La compañía se planteaba también abrir en los barrios periféricos una serie de tiendas de congelados a precio de coste, así como de platos precocinados. Al tiempo.

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