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Fue tan impactante que a lo que ocurrió hace un siglo lo nombramos, en portada, con aumentativo y determinante: 'El temporalazo'. Había tenido lugar, concretamente, a partir de las dos de la madrugada del nueve de enero de 1924, y sobre todo a partir de las tres, cuando los vapores surtos en el puerto comenzaron a lanzar pitadas de auxilio: el cielo se les caía encima. «Cuando llegamos al muelle de Fomento», dijo EL COMERCIO, «el mar saltaba furiosamente por el recodo que forma el muro en la parte de la mar de Pando, frente al Fielato, metiéndose las olas por la travesía del Comercio hasta la calle del Marqués de San Esteban. Dicha travesía estaba llena de piedras y pedazos de madera que arrastraba el mar».
Con todo, lo peor fue para la playa de San Lorenzo. Allí se notó más intenso el temporal y el mar, allá donde se junta con la arena, se transformó en «un hervor continuo. Chocaban violentas las olas contra el muro de contención y saltaban a la calle Pidal y San Lorenzo, entrando por esta travesía en gran extensión». Los envites de las olas arrasaron con la Terraza, derrumbada parcialmente desde la escalera que da acceso a la plaza frente a la calle de Jovellanos hasta la puerta de entrada al restaurante, en aquellos tiempos en que los colosales balnearios ocupaban, aún, el arenal. Precisamente uno de ellos, 'Las Carolinas', sufriría también la furia del 'temporalazo', cuando, al chocar las olas contra el muro frente a la plazoleta de la calle de San Lorenzo, «de donde arranca la calle de Cabrales», se desgajó parte de su fachada, «arrancando de cuajo el corredor».
En los Astilleros resultaron destruidos los retretes, y el río Piles se desbordó, causando la inundación de una casa cercana dentro de la cual se encontraba la propietaria con varios de sus hijos. Tuvieron que guarecerse en el piso alto. Tembló Gijón bajo el temporal, sí, y se hizo imposible transitar por sus calles. Al día siguiente llovía aún sobre los escombros de un tramo de al menos quince metros de largo del Muro -frente a las casas 8, 10 y 12 de Ezcurdia-; y sobre las tabletas del pavimento desgajadas pero íntegras, sin un solo arañazo, del paseo de Rufo Rendueles. Así, con la bruma del desastre que aún continúa, fotografió 'Frank', semienterrados en la arena, los hierros retorcidos que una vez habían sujetado los postes del balneario de 'Las Carolinas'. Salió en portada. Para no olvidar.
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