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«¡Miren, miren la mosquita muerta!», había dicho EL COMERCIO del 7 de octubre de 1921, en su portada, sobre el caso 'Fatty' Arbuckle. «Ustedes conocen a 'Fatty', el hombrecito gordo de las películas, que tantas veces nos hizo reír. Sencillote, bobalicón, como un niño grande con mucha barriga y con mucha gracia (...) Jamás pasó por nuestra mente la sospecha de que teníamos ante nuestros ojos a un señor enamoradizo y pasional, capaz de llegar a la tragedia con motivo de unas faldas». Sucedía que un mes atrás, en septiembre, la rutilante estrella cinematográfica Roscoe 'Fatty' Arbuckle había organizado una fiesta salvaje, con mujeres y alcohol, en un hotel de San Francisco, y que la cosa acabó de la peor forma posible. La muerte, pocos días después, de una de las asistentes a la orgía, la joven actriz Virginia Rappe, se convirtió en caso de debate internacional. Una amiga de Rappe, Maude Delmont, acusó a Arbucle de haber producido la peritonitis que llevó a Rappe a la tumba por una sucesión de atrocidades que tan solo unos meses más tarde se demostrarían falsas. Nada importó. La carrera de Arbuckle ya tenía encima una cruz.
Llegó a tanto la fama del escándalo que las distribuidoras de cine hicieron el agosto, catalizando la agonía del astro, también en Gijón. Aquí llegó, hace ahora un siglo, la reposición de 'La Boda de Fatty' ('His wedding night' en versión original), película cómica en dos partes que el actor había protagonizado en 1917. No fue una elección inocente: en la cinta, el personaje interpretado por 'Fatty' duerme, contra su voluntad y haciendo uso de un perfume con cloroformo, a una mujer, para así poder besarla.
El 'gag' comenzó a envejecer a pasos agigantados aquella semana en que se proyectó en el Teatro Jovellanos, aunque aquí, en España y en Europa, su estrella tardó en desvanecerse. Eso dio igual, lo mismo que su absolución, sentenciada en 1922.
En Estados Unidos, donde radicaba la meca del cine, no se le perdonó. Marcado por la desdicha y una sospecha que nunca terminaría de desvanecerse, y a pesar de la ayuda de su compañero y amigo Buster Keaton, 'Fatty' había dejado de hacer gracia. Murió de un infarto fulminante en 1933, a los 46 años. Triste vida.
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