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Sábado, 29 de julio 2023, 01:38
Llevaba tiempo ya con los vecinos de Cimadevilla el faro de Santa Catalina cuando decidió su mudanza. No se sabe exactamente cuánto, pero, al menos, el suficiente como para que ya le hubieran puesto apodo, 'La Farola', y lo fueran a echar en falta. «La gente de Cimadevilla», contó hace 125 años EL COMERCIO, «familiarizada ya con aquel edificio, a cuya sombra han dormido no pocas siestas algunos vecinos del barrio alto, contemplan con pena la piqueta demoledora, no faltando algunos a quienes empieza a preocupar dónde irán ahora a parar las muchas exhalaciones que en aquel pararrayos caían». No fue popular, en absoluto, la retirada de 'La Farola', y, cuando en 1900 se perdió en nuestras aguas el bergantín 'Juanita', se achacó a la celeridad del hacha municipal la tragedia.
Celeridad: esa es la palabra, porque, por una vez en la historia, las obras fueron excesivamente rápidas. Cuando en 1898 se retiró 'La Farola', ya decíamos en nuestras páginas que se preveía trasladarla al cabo de Torres, «y, al cambiar de sitio, seguro es también cambiará su nombre por el de Faro de Torres». Pero no sucedió o, al menos, no de inmediato. Desavenencias alargadas en el tiempo con el Ministerio de Guerra retrasarían la colocación del faro de Torres un par de décadas, hasta su traslado definitivo. Aún con parches intermedios, aquel retraso produciría algún que otro susto, como se ve, y, sobre todo, una punzada de tristeza en el sentimiento general.
Había sido 'La Farola' punto de encuentro y, como se ve, también de siesta; ornamento querido por los 'playos' que, a sus pies, oteaban todo Gijón desde el punto más elevado de Santa Catalina. Lo recuerda Modesto Fernández Carús en 'Gijón en el recuerdo': cinco años antes de la intervención de la piqueta municipal, aún se celebraba el verano bajo la sombra de 'La Farola', en «un pabellón con amplio toldo, bajo el cual se servirán, en mesas de mármol, vasos de leche ordeñada en el momento y chocolates exquisitos» de la lechería y el despacho que allí se habían establecido. Tuvieron una corta vida, parece ser. Una pena.
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