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A. VILLACORTA
GIJÓN.
Jueves, 30 de marzo 2023, 01:24
España se despertó ayer en shock al ver las imágenes de Ana Obregón saliendo de un hospital en silla de ruedas con una recién nacida en brazos, como si acabase de parir. Un bombazo informativo que ha desatado un encendido debate sobre este tipo de transacción, ilegal en España, y al que no ha podido sustraerse casi nadie. Empezando por el presidente del Principado, Adrián Barbón, que utilizó sus redes para declarar: «Esta imagen me duele en el alma». Y, acto seguido, la comparó con 'El cuento de la criada', la distopía novelada por Margaret Atwood en la que la canadiense imagina una sociedad en la que las pocas mujeres fértiles que quedan, las «criadas», son forzadas a la esclavitud sexual por las élites dirigentes.
El presidente del Principado, al que la foto le produce «un enorme desasosiego» -llegó a calificarla de «terrible»- defendió que «no existe la gestación subrogada, existen los vientres de alquiler». Una rotunda declaración a la que se sumaron voces históricas del feminismo asturiano como la de Begoña Piñero, de Les Comadres, que sostuvo que «comprar un bebé no es una opción tengas la edad que tengas» y lanzó una pregunta: «¿Hasta cuándo nos vamos a dejar humillar, ningunear, pisotear y explotar sexual o reproductivamente?».
Curiosamente, sus posiciones coinciden con las de Vox, cuya portavoz, Sara Álvarez Rouco, recordó que están «en contra de la legalización de facto de la gestación subrogada»: «Pensamos que se está comercializando el cuerpo de la mujer y tratando como objeto de comercio a los hijos».
También la responsable de feminismos y derechos LGTBI de Podemos Asturies, Isabel Fernández, aseguró que su formación «tiene clara la postura sobre cualquier violencia sobre las mujeres, y esta es una de ellas. Violencia reproductiva». Y «particularmente obscena» le parece «la imagen de alguien saliendo en silla de ruedas de un hospital con un bebé en brazos fruto de esa violencia, como si eso le hubiera exigido algún esfuerzo».
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Desde Izquierda Unida, Ángela Vallina abundó en que «no se puede amparar la explotación de las mujeres para satisfacer el deseo egoísta de otras personas, mediando un pago de por medio. En una sociedad avanzada, tratar de justificar esa explotación no puede tener cabida». Una contundencia que solo rompió la tibieza del PP («consideramos que este es un asunto complejo, que merece un debate profundo y sereno», aseguró su portavoz, Beatriz Polledo), mientras que Ciudadanos se quedaba solo al defender «una regulación de la gestación subrogada sensata, altruista y con garantías, que incluya, entre otras cosas, límites de edad para recurrir a ella».
Isolina Riaño, pediatra y presidenta de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), puso el contrapunto para la reflexión, afirmando que «se habla del derecho a tener un hijo, pero no de los derechos del niño o de la niña. Por ejemplo, cuando la edad de padres y madres es elevada»: «Fisiológicamente, el cuerpo ya no tiene capacidad de reproducción y eso va ligado a que la crianza de un hijo requiere energía».
«Estamos antes una práctica en la que, además, se utiliza a mujeres con unas determinadas circunstancias socioeconómicas que las llevan a recurrir a ella. Y, frente a la supremacía de la genética, hay muchas otras formas de darle a un niño unas condiciones dignas y muchos que las necesitan».
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