Marta Íscar Urrutia pide expresamente salir en la fotografía con mascarilla. FOTOS: PABLO LORENZANA

«Las mascarillas quirúrgicas e higiénicas, con registro sanitario, son suficiente»

Marta Íscar Urrutia. Secretaria de la Sociedad de Patología Respiratoria ·

«Debemos ser todos respetuosos para que hosteleros y camareros puedan trabajar de forma segura»

M. F. ANTUÑA

gijón.

Domingo, 24 de mayo 2020, 01:54

Hace 19 años que vive en Asturias Marta Íscar Urrutia (Bermeo, Vizcaya, 1964), neumóloga del HUCA desde 2005 a la que le ha tocado lidiar con el coronavirus. No respira aún tranquila la secretaria de la Sociedad Asturiana de Patología Respiratoria, que sabe que nadie podrá hacerlo hasta que llegue la vacuna. Pero sí conviene, aunque sea con mascarilla, respirar aire fresco -y más puro que antes- en las terrazas. Pero con todas las precauciones del mundo.

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-¿Cuándo se imagina usted que podremos respirar tranquilos?

-Es muy difícil saberlo. Ha habido un pico y está descendiendo, lo que nos permite a los profesionales respirar un poco en el sentido de poder disminuir la intensidad de trabajo, la tensión nerviosa que hemos vivido estos meses. Pero hasta que haya vacuna no va a ser posible.

-¿Pero sí respiran los neumólogos más tranquilos con la obligatoriedad de las mascarillas?

-Muchísimo más. Es una cuestión de prevención propia y comunitaria, no solo te proteges a ti, sino también a los demás. Es una medida que por desgracia no se pudo tomar antes. Ha reconocido el Gobierno que no se instigó el uso de las mascarillas para todo el mundo porque no había y eso podía crear una crisis mayor, por eso estamos muy contentos, es una excelente medida, que debe ir acompañada de mantener una distancia de seguridad e higiene de manos.

-¿Hasta qué punto nos ha venido bien respirar aire fresco?

-Muchísimo. No salir de casa ha creado tensión, ansiedad, estrés. La gente se ha portado estupendamente.

-¿El aire de las terrazas nos sienta bien?

-El aire de las terrazas nos puede sentar estupendamente, pero con mascarilla, distancia de seguridad, y estando atentos a si tocamos una superficie lavarnos bien las manos.

-Menudo trabajo el de los hosteleros y los camareros.

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-Sí, por eso debemos ser todos respetuosos para que puedan hacer su trabajo de forma segura. La responsabilidad es de todos, cada uno tiene la suya, en casa y cada vez que salimos de ella, y cada uno en su trabajo. Para los hosteleros, los panaderos, los cajeros, los que están de cara al público, esto ha supuesto un cambio importante y nos va a costar adaptarnos. Pero si hay voluntad lo vamos a poder lograr.

-¿Hay voluntad?

-Sí, aunque siempre hay quien se salta las normas, el miedo y la angustia que hemos pasado han servido para ver que esto no es ninguna tontería, no es una gripe banal.

-Volvamos a las mascarillas. ¿Por qué tanto lío con ellas?

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-Con esta enfermedad hemos tenido que aprender a marchas forzadas. No sabíamos de su contagiosidad, cómo podía transmitirse por vía aérea, a través de las superficies... Y cuando se empezó a implementar el distanciamiento, tampoco había mascarillas para todo el mundo. Ahora sí hay un stock suficiente y se pueden usar. Ojalá hubiéramos sabido al principio tantas cosas como sabemos ahora.

-¿Cuál es la mascarilla que hay que usar?

-Lo primero es que tenga garantía de fabricación y registro de Sanidad. Usar higiénicas o quirúrgicas es suficiente. Las hay de tela reforzadas con plástico que son lavables, pero hay que tener en cuenta que tienen límite de vida. Luego hay mascarillas que van aumentando el nivel de protección, pero no son útiles para todo el mundo, solo en situaciones determinadas, si se va a tener contacto con alguien que pueda contagiar, ya sea coronavirus o tuberculosis. No tiene ningún sentido que vayas por la calle con una FFP2 porque te va a costar más respirar y vas a tener más sensación de fatiga.

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-¿Ya me contará cómo hacemos para no tocarla?

-Lo más práctico es meter las manos en el bolsillo. Es muy difícil, lo sé, si vas por la calle y hay un poco de viento, es inevitable que se intente recolocar, pero hay que evitarlo. Si no tienes más remedio, después hay que lavarse las manos.

-¿Cuál es el kit que debe acompañarnos al salir a la calle?

-Una solución hidroalcohólica y un sobre de papel mejor que una bolsa de plástico para la mascarilla. Nada más.

-¿Y si nos ahogamos?

-Coger la goma de la oreja y permitir que entre el aire por ahí, no tocarla por delante.

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-¿Los guantes descartados?

-Yo creo que sí. Es un arma de doble filo. Con los guantes la gente se confía y acaba tocando muchísimas cosas. Vas a estar más atento si no llevas los guantes.

-Y nada de relajarnos, aunque pasemos ya a la fase 2.

-La desescalada tiene la ventaja de que te permite ir adaptándote, nos ha permitido aprender cómo movernos y nos va a permitir hacer más cosas, pero no, no nos podemos relajar.

-¿Usted cuándo cree que podría concluir la obligatoriedad de la mascarilla?

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-A medida que vayamos viendo cómo evoluciona esto, siempre hay posibilidad de ir disminuyendo, pero no tenemos una base científica ni una casuística para saber. No es una medida insoportable, nos acabaremos acostumbrando. Se hace pesado, sí. Nosotros ya cogimos la rutina, aquí en los hospitales, los centros de salud, nos hemos ido acostumbrando a colocarnos una mascarilla quirúrquica. Cuando llevas unas horas estás harto, aprovechas cuando vas al baño o en algún sitio en el que estés solo para respirar un poco. Cuando estás en reposo se tolera mucho mejor, cuando estas caminando o haciendo esfuerzo cuesta más. Pero vamos a pensar la otra parte: es más duro enfermar.

-¿Recuerda cómo fue su primer día con un positivo y cómo fue el último?

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-El primer día la sensación era de nerviosismo, de tensión. Una compañera de Medicina Interna me enseñó a colocarme el EPI. Es muy incómodo, gafas, gorro, y tener que moverte y entrar en las habitaciones y que los pacientes no te puedan ver la cara, ni un gesto, es muy duro. Y luego hablar con esas mascarillas y que te entiendan te obliga a levantar la voz y tienes la garganta destrozada. Ahora ya estamos acostumbrados, y entras con el EPI igual que cuando entrabas con tu bata, tu fonendo y tu pijama. Acabas cogiendo facilidad. Se normaliza. Pero sigo pensando que es muy ingrato tener que hablar con una persona que no te ve la cara.

-¿Los miedos médicos también han cambiado?

-Ahora es una situación más relajada, el volumen de pacientes no tiene nada que ver. Antes había estrés, cansancio e incertidumbre respecto a los tratamientos y la evolución de la enfermedad.

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-¿Se lleva mucho aprendido?

-No estábamos acostumbrados a manejar determinados tratamientos y menos en esas dosis. Son fármacos, hidroxicloroquina o retrovirales, que se utilizaban para otras patologías. Nos hemos tenido que acostumbrar y no sabíamos muy bien cómo iba a responder cada paciente. Siempre estaba esa parte de incertidumbre.

-¿Mejor enfermar ahora?

-Efectivamente.

-¿Qué más se lleva de todo esto?

-Lo positivo. Ver que eres capaz de afrontar una situación de mucho estrés y mucha incertidumbre es una satisfacción. Y hemos sido capaces de trabajar juntos como una piña. Eso ha sido un auténtico placer.

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-¿Ya temen el rebrote?

-Ojalá supiéramos qué va a pasar. Lo que sí es verdad es que no va a ser de la misma manera, hemos aprendido a identificar rápidamente los pacientes, a utilizar tratamientos de manera precoz, a adelantarlos a las complicaciones, cómo tenemos que aislarles a ellos y a sus familias... Aunque haya un repunte no va a ser de ninguna de las maneras igual, iremos un poco adelantados.

-¿A usted qué cara se le queda cuando oye a Donald Trump?

-Cada uno tiene intentar hablar de lo que sabe, zapatero a tus zapatos. Tendrá amplios conocimientos de otros temas, pero de medicina y de salud pública no tiene ni idea. Hay que pensar las cosas dos veces cuando uno habla y tiene una responsabilidad.

-Los suecos, la propuesta israelí de tres días de trabajo, diez de confinamiento. ¿Qué piensa de estas actuaciones?

-Ha habido muchas propuestas y diferentes actitudes y ninguna resolutiva. Inglaterra empezó utilizando un sistema y tuvo que recular. Es pronto para sacar conclusiones, nos falta perspectiva. Las cosas que había que hacer a corto plazo han sido adecuadas, cada país ha decidido y ahora hay que esperar. A la hora de emitir un juicio hay que ser muy cauto y analizar.

-¿El día que se anuncie la vacuna habrá fiesta?

-Le aseguro que ese día va a haber fiesta absoluta. Sesión especial de café y churros. Se está trabajando a marchas forzadas, pero yo creo que un año no nos los quita nadie.

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-Por cierto, ¿no me dirá que gracias a un virus que ataca al sistema respiratorio vamos acabar respirando mejor gracias al bajón de la contaminación?

-Pues sí, sin dudarlo. Como neumóloga le digo que sí. Tenemos un aire más puro y en las ciudades con mucha contaminación tienen que notarlo. Bienvenido sea.

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