«Tras la ley de eutanasia está que los mayores cuestan un dinero terrible»
Obispo auxiliar de Madrid ·
«No faltarán hijos y nietos que dirán: 'Oye, abuelo, ¿no te parece que ha llegado el momento? Sobre todo, si la herencia es grande»Secciones
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«No faltarán hijos y nietos que dirán: 'Oye, abuelo, ¿no te parece que ha llegado el momento? Sobre todo, si la herencia es grande»«Un escándalo». Así, sin paños calientes, califica el obispo auxiliar de Madrid, el sierense Juan Antonio Martínez Camino (Marcenado, 1953),la ley de eutanasia. Una norma que estos días analizan expertos de distintos campos en el curso de La Granda '¿Derecho a «morir»? La ... eutanasia vista médica, jurídica, ética y teológicamente', que Martínez Camino dirige y que hoy clausurará en Avilés el exministro Jaime Mayor Oreja.
–Ha equiparado eutanasia y homicidio...
–Sí. Homicidio significa quitarle la vida intencionadamente a una persona. Puede ser voluntario o involuntario, pero es homicidio. Aunque lo pida. Y no lo digo yo: lo dicen los abogados.
–¿Tiene miedo la Iglesia a perder su hegemonía sobre la muerte y la vida, eterna o no, y de ahí tanta virulencia?
–Aquí, de lo que se trata y de lo que los juristas hablan, es de esta vida, no de la vida eterna. Yen todos los países del mundo, menos en tres (Bélgica, Holanda y, ahora, España), quitar la vida a otra persona aunque sea a petición suya es un delito. No es una cosa de la Iglesia. Hasta ahora, el Estado no podía tocar la vida de ningún ciudadano. A partir de la ley, el Parlamento le ha dado la libertad, el poder de disponer de nuestras vidas.
–Las encuestas afirman que más del 80%de la ciudadanía está a favor de la eutanasia.
–Pero es que para estar a favor de algo hay que saber bien en qué consiste. Cuando se pregunta si usted está a favor de la eutanasia, la mayoría de la gente entiende: «¿Usted está a favor de morir sin sufrimientos?». Entonces, muchos lo que están diciendo es que se les atienda para no tener sufrimientos, no que se les quite la vida. Así que ese dato es irrelevante. Se pregunta sesgadamente a favor de este supuesto avance de la libertad y del progreso que no lo es, porque supone conceder más poder al Estado en perjuicio de los débiles. Es un retroceso histórico. A partir de esta ley, si no se suprime pronto –y cuanto antes se quite, mejor–, las personas que pueden sentirse una carga para sí mismos o para los demás, se les empuja a tirarse del barco. ¿Dígame usted si esto no es antisocial e inhumano? Que esta ley ponga sobre los hombros de la gente, los abuelos, los enfermos, los discapacitados... el peso de decir si es mejor pedir que les quiten de en medio o no es terrible. Como tampoco faltarán hijos y nietos que dirán: «Oye abuelo, ¿no te parece que ha llegado el momento? Sobre todo, si la herencia es grande».
–¿De verdad piensa eso?
–Yo confío en que no haya mucha gente así, pero ahora es posible. Eso es lo terrible:que nuestros legisladores den a los fuertes la posibilidad de imponerse sobre los débiles. Pero hay muchos intereses sociales creados, porque los mayores cuestan un dinero terrible en pensiones, en Seguridad Social...
–¿Está diciendo que lo que subyace es un interés económico?
–Evidentemente. Es un ahorro, y por eso la están promocionando: «Ejerce tu libertad y quítate de en medio». Que venga la exministra Carcedo y me lo niegue. No puede. Por eso entre los ponentes tenemos a médicos, a juristas... Está, por ejemplo, el presidente del Comité de Bioética de España. ¿Por qué no les han consultado?, ¿la exministra les tiene miedo? Es un desastre absoluto. Y, además, un supuesto derecho para algunos se convierte en una obligación para otros: la de matar. Una obligación que, aunque no sea jurídica, responde a una presión social tremenda. Pone a todo el personal sanitario en una situación inaceptable.
–Para eso está la objeción de conciencia...
–La ley no la regula bien. Lo ha dicho el Comité de Bioética. Debería estar bien clara, pero no lo está. Y no lo está no solo para los médicos, enfermeros y todos los que participan en este proceso, sino tampoco para los centros hospitalarios o las residencias de mayores, los asilos regentados por la Iglesia... ¿Van a tener que aplicar la eutanasia? No pueden. Tendremos que cerrar todos los asilos católicos de España. Es una ley fatal, injusta, inmoral y antisocial.
–Cuando a monseñor le llegue la hora, ¿si está sufriendo, pedirá paliativos?
–No lo sé, porque está en manos de Dios. A lo mejor no los necesito. Hay que confiar en la providencia divina, en que tenemos mucha fortaleza, en que el sufrimiento no es un mal absoluto. Hay que extraer lo bueno que se puede sacar de esa situación. ¿Cuánta gente se ha hecho mejor cuando le ha tocado sufrir? Jesucristo es el ejemplo supremo de que el único camino para la libertad es la cruz. Eso nos libera del miedo al sufrimiento y la muerte y nos hace solidarios y hermanos. El que sufre deja de ser egoísta porque empieza a valorar más lo que los demás hacen por él. Se convierte en una persona más amable, más solidaria. Los que están pensando en quitarse el sufrimiento no pueden ser solidarios de verdad. Están pensando en ellos mismos antes que en nadie. Yla única salida es ayudarles a llevar el sufrimiento con dignidad y aliviarlo en la medida de lo posible, pero no hay una ley de cuidados paliativos, faltan 71.000 camas para ellos... Hay miles de personas muriendo cada año mal tratadas. ¿Cómo no se preocupan de eso nuestros gobernantes? Un escándalo.
El presidente del Comité de Bioética de España, Federico de Montalvo, defendió ayer que «la ley de eutanasia es errónea porque trata de resolver con carácter general casos concretos, muy singulares, y no el problema de fondo, que es que en España se sigue muriendo mal, que tenemos una implantación extremadamente deficitaria de los cuidados paliativos». «Al final, parece que pedir la eutanasia es la decisión correcta, virtuosa, cuando es una excepción, porque el 99% de las personas lo que solicitan son tratamientos que eviten el dolor, cuidados paliativos, acompañamiento, apoyo psicológico... y muy pocos, en los que todo eso falla, la eutanasia», alertó el presidente del organismo, quien criticó además que, «aunque formalmente es una ley garantista, cuando uno analiza esas garantías, están huecas. Por ejemplo, la objeción de conciencia es individual, cuando podría ser institucional, y solo para los directamente implicados, ¿pero qué pasa con quien prepara el fármaco o con quien limpia la habitación?». En la línea defendida también por el presidente del Colegio de Médicos de Madrid, el Comité argumenta que «esta ley va contra la esencia misma de la medicina».
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