Un sabio humilde y generoso

Aunque son muchas las facetas que ha cultivado, quisiera destacar aquí tres de ellas: la investigadora, la docente y la divulgadora, que reflejan, respectivamente, su enorme entrega a los pacientes, a los alumnos y a la sociedad.

Como investigador, estamos ante una de las trayectorias científicas más destacadas a nivel internacional. Desde su puesto de catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, ha creado un equipo de altísimo nivel que ha permitido el descubrimiento de más de sesenta nuevos genes humanos y el análisis de sus funciones en procesos normales y patológicos, convirtiendo Asturias en un centro de referencia internacional.

Sus más de 450 artículos y más de 70.000 citas hablan por sí mismas del impacto científico de sus hallazgos en las áreas del cáncer, el envejecimiento y las enfermedades hereditarias. Sus aportaciones justifican con creces los numerosos premios que ha recibido a nivel nacional e internacional, entre los que destacan el Premio Europeo FEBS de Bioquímica, el Premio Nacional de Investigación 'Santiago Ramón y Cajal' y el Premio Fundación Lilly de Investigación Biomédica. Es, además, Académico de la Academia Europea y de la Real Academia de Ciencias de España, y Doctor Honoris Causa por varias Universidades españolas y extranjeras.

Como docente, siempre me ha resultado admirable su pasión por la enseñanza, una actividad que siempre ha priorizado sobre cualquier otra. Se trata de un maestro en el pleno sentido de la palabra. No se limita a enseñar los increíbles avances de la biología molecular, sino que transmite el poder de esa herramienta esencial del investigador que es el método científico, con sus hipótesis y sus experimentos y, sobre todo, y quizás esto sea lo más importante, contagia a sus alumnos los valores esenciales del pensamiento científico: la curiosidad, el pensamiento crítico, la tenacidad y la humildad, una cualidad esta última que él cultiva como nadie. Bastan unos pocos minutos de conversación con él para ver que estamos ante un sabio humilde y generoso que, ante todo, piensa en los demás.

Y finalizo con esa otra faceta, tan ausente en los investigadores tradicionales, que es la de la divulgación. Carlos es consciente de que parte de la responsabilidad del científico es fomentar la cultura científica en la sociedad, hacer que se entienda y se valore la ciencia, algo especialmente necesario en nuestro país. Carlos es capaz de transmitir sus conocimientos de forma accesible para los profanos, como puede comprobarse en cualquiera de sus libros, muy especialmente su Trilogía de la Vida ('La vida en cuatro letras', 'El sueño del tiempo', y 'Egoístas, inmortales y viajeras') en la que reflexiona con sencillez y pasión sobre el origen de la vida, el envejecimiento, el genoma, el cáncer, y ese tema que últimamente tanto le preocupa, como la necesidad de poner un mayor foco en la medicina de la salud, y en ese necesario equilibrio entre los factores biológicos y psicosociales que es esencial para preservar la salud, incluida la mental.

Es imposible reflejar aquí todas las aportaciones y reconocimientos del profesor Carlos López Otín. Estamos ante un científico del que todo el país, y muy especialmente esta tierra asturiana, debe sentirse muy orgulloso, un científico con el que la sociedad española tiene una gran deuda y que un premio como este, que le concede EL COMERCIO, contribuye a reconocer.