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R. A. / C. R. / A. L. J.
AVILÉS.
Viernes, 22 de mayo 2020, 02:33
Por la mañana, cuando el cuerpo de María Teresa Sánchez, Mayte, abandonó el Hospital Universitario Central de Asturias lo hizo entre unos sentidos aplausos. Los profesionales del centro sanitario acudieron a despedirla a la puerta, a dar un último adiós a la que sentían ... ya como una compañera en la dura e infatigable lucha contra el coronavirus.
María Teresa se convertía en la primera víctima mortal de la Guardia Civil del COVID-19 en Asturias. Tenía tan solo 53 años y en el último mes había librado una batalla personal que iba más allá del trabajo. El virus la había pillado, lo mismo que algunos de sus compañeros de trabajo de la Compañía de Avilés, pero a ella le hizo más daño, y la enfermedad se le complicó aún más debido a una leucemia que le fue detectada durante su ingreso.
«Estamos todos muy afectados porque era una compañera muy querida y apreciada», señala el que fuera capitán en Avilés hasta el pasado mes de enero, Mariano Revuelta. Con María Teresa compartió cuatro años en el cuartel de Bustiello, donde ella se encargaba de las gestiones y tareas administrativas y donde demostró ser «muy meticulosa».
Anteriormente había trabajado también en Gijón, en una carrera que viró por otra enfermedad, un cáncer de mama que logró superar hace algo más de un lustro. No lo tuvo fácil, ni mucho menos, y esta última prueba el cuerpo de la agente avilesina ya no la pudo superar.
El homenaje que todos querrían hacerle a Mayte no es posible precisamente por culpa del que se la llevó, el coronavirus. Las restricciones en la celebración de velatorios y funerales limitaron ayer a diez personas la presencia en el tanatorio de Avilés donde, además de su familia más íntima, hubo ayer visitas permanentes de la Guardia Civil, con dos agentes que se fueron rotando como única manera de poder hacer llegar a sus allegados el calor de un cuerpo que se queda un poco huérfano. Entre esa representación destacó el teniente coronel de la Comandancia de Gijón, Francisco Javier Puerta Muñoz.
Su funeral será también sencillo y mucho más pequeño y modesto de lo que se hubiera deseado. Será esta tarde, a la una y media, en el propio tanatorio, sometido a las mismas restricciones de aforo que en el día de ayer. A esa hora se celebrará la Palabra en el propio velatorio y, a partir de ahí, tanto su familia como sus compañeros de cuartel tendrán que aprender a vivir sin ella. Ya no se la verá con el uniforme en Bustiello ni paseando en ropa deportiva, una de sus grandes aficiones.
El coronavirus ha golpeado ya varias veces a la Guardia Civil. A finales de marzo falleció otro agente asturiano, aunque destinado en Logroño, el teniente coronel Jesús Gayoso Rey, jefe del Grupo de Acción Rápida (GAR) y uno de los que se había desplegado en Haro al principio de la pandemia. En primera línea de batalla, en la Compañía de Avilé,s otros tres agentes dieron positivo en las pruebas que se realizaron a la compañía al completo, pero permanecieron asintomáticos.
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