La cena es la última ingesta de alimentos que se hace en el día y de ella depende en muchos casos tener o no un buen descanso nocturno. Por ello, hay que prestar especial atención a los alimentos que se consumen, pero también a otros aspectos como la hora o la cantidad que se toma.
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Esto no es solo para tener una buena noche; un punto para el que la cena cobra importancia es para la pérdida de peso. Realizar una cena muy copiosa o con muchas calorías puede tirar por tierra cualquier intento de adelgazar, de hecho, la mayoría de los expertos coinciden en que la cena debe ser más ligera que la comida.
Vamos a analizar algunos errores que se suelen cometer en muchos hogares a la hora de cenar.
Mientras que en otros países están acostumbrados a cenar entre las 18 y las 20, en España se tiene por norma hacerlo más tarde, en muchas casas a partir de las 21 horas. Según los expertos, esto es un error ya que lo ideal es que cuando llegue la hora de irse a la cama ya se haya hecho la digestión, por ello, como mínimo se debería realizar la última comida del día dos horas antes de acostarse.
Una buena hora es entre las 19 y las 20 horas, de esta manera, se evitará irse a dormir con la sensación de pesadez en el estómago lo que mejorará el descanso nocturno y será beneficioso para mantener la línea.
Tomar comidas muy ligeras a lo largo del día o llevar mucho tiempo sin ingerir alimentos hace que se llegue a la hora de la cena con un hambre feroz. Esto puede hacer en muchos casos que se coma de más de la cuenta y que los alimentos que se tomen sean menos saludables porque apetecen más o son más fáciles de preparar.
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Una de las mejores formas de evitar este punto es realizar cinco comidas al día que recomienda la 'Guía alimentaria de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC)', por ejemplo, en la que hablan de la importancia de realizar desayuno, media mañana, comida, merienda y cena.
No planificar las cenas de la misma manera que se hacen las comidas también es un error. Al final, hace que se acabe comiendo cualquier cosa que haya por la nevera o platos fáciles de preparar y esto, al no ser que se tenga muy interiorizada la alimentación saludable, se acaba traduciendo en comidas menos sanas, picoteo o platos precocinados.
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La mejor manera de evitar esto es tener un menú definido con anterioridad o realizar un 'batchcooking' y tener siempre en la nevera preparados productos prácticamente listos para comer y que sean saludables.
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A la hora de cenar lo ideal es consumir productos ligeros para no tener una digestión complicada que evite un buen descanso nocturno. Desde la SENC recomiendan tener en cuenta los alimentos de la pirámide alimenticia que no se han tomado a lo largo del día y «consumir alimentos fáciles de digerir, como verduras cocidas, sopas, pescados o lácteos, para tener un sueño reparador no perturbado por una digestión difícil».
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La noche tampoco es el mejor momento para pegarse un atracón de postre. Mucho se habla sobre los efectos negativos del azúcar y tomar mucho antes de acostarse hará que se eleven los niveles de azúcar y caigan durante la noche afectando negativamente al sueño. Además, tampoco es lo más conveniente si se quiere adelgazar.
El postre ideal para consumir antes de irse a la cama es fruta o yogur, a pesar del mito extendido sobre que la fruta por la noche engorda, los expertos aseguran que las frutas tienen la misma cantidad de calorías por el día que por la noche, por eso, no hay ningún problema para consumirlas antes de acostarse.
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Por norma general no es bueno alimentarse mientras se está viendo una pantalla, pero es algo que se suele hacer mucho más por la noche. Ese momento de llegar a casa, preparar algo de cenar, ponerse delante de la televisión a ver una serie y desconectar de las preocupaciones diarias, se repite en muchos domicilios españoles. Sin embargo, es un error porque no se presta atención a las sensaciones y es más fácil no darse cuenta de cuando se está lleno y se come de más. Lo recomendable es cenar primero y, disfrutar del ratito de desconexión, si se quiere, después.
De la misma manera que una comida nocturna muy pesada puede hacer que no se descanse bien, comer poco hará que el hambre influya en el descanso. No hay que olvidar que durante la noche el cuerpo pasa muchas horas sin ingerir alimentos que le proporcionen energía y, aunque se esté durmiendo, la energía es necesaria para que funcione correctamente. Cenar excesivamente poco puede favorecer los despertares nocturnos.
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Beber demasiada agua en la cena o antes de acostarse puede significar tener que levantarse a medianoche al baño. Lo ideal, es hidratarse bien a lo largo del día y, en caso de que afecte tomar líquido antes de acostarse, tratar de no hacerlo durante las dos horas anteriores a irse a la cama.
Dejar de cometer estos errores será muy beneficioso para lograr dormir bien, evitará las malas digestiones y los despertares nocturnos innecesarios que interrumpen el descanso.
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