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Pilar fonseca
Sábado, 29 de enero 2022, 14:21
Se calcula que un escaso 1% de la población española tiene nociones de programación y teniendo en cuenta que muchos expertos la definen como la lógica del siglo XXI, puede considerarse una tasa demasiado baja. Al aprender a programar se desarrollan habilidades muy útiles para cualquier campo de la vida, desde la lógica al pensamiento crítico, la resolución de problemas o incluso la creatividad, más allá del pensamiento computacional. Es cierto que son características que se demandarán en los trabajos del futuro, pero no es menos cierto que ya se están demandando, en los trabajos y actividades del presente más inmediato.
La pandemia de la covid-19 ha acelerado los cambios tecnológicos a nuestro alrededor. La demanda de perfiles técnicos relacionados con el sector tecnológico no ha dejado de aumentar y se estima que va a seguir en aumento en los próximos años. En España estarán orientados a la digitalización más de 200.000 puestos de trabajo y en el resto de la Unión Europea el cálculo asciende a más de 900.000.
Desde el Parlamento Europeo se ha recomendado a los estados miembros de la unión que se invierta en educación dirigida a la digitalización, la banda ancha y la formación del profesorado, como mínimo un 10% de los fondos de resiliencia, lo que representa en torno al 80%-90% de los planes de recuperación postpandemia 'Next Generation'.
Es innegable que las economías que consiguen una mejor renta per cápita para sus habitantes y una mayor productividad son aquellas que tienen una mejor y mayor inversión en tecnología. Mucha de esa tecnología se centra en el software y ahí, la programación es la pieza fundamental para ese desarrollo económico y social del país.
Son numerosos los países que incluyen la programación como una de las asignaturas de los currículums educativos.
En China la programación es una asignatura obligatoria desde los cuatro años y la robótica desde los once. El sistema educativo finlandés incluyó hace más de cinco años la programación como asignatura transversal relacionada con otras asignaturas del plan de estudios. En Argentina han puesto en marcha un programa educativo sin límite de edad. Se trata de un plan de capacitación mediante el aprendizaje de programación.
En este país quedan en torno a 15.000 puestos de programación por cubrir, se trata de una industria que demanda cada vez más recursos humanos capacitados y donde las personas de cualquier edad tienen cabida.
La población mundial no para de envejecer y las personas de mayor edad van a seguir necesitando saber utilizar la tecnología en sus vidas, en sus rutinas. Es vital tener habilidades digitales a cualquier edad y aprender programación en edades más avanzadas no es una contradicción.
Casos como el de Masako Wakamiya, de 85 años, que desarrolló una aplicación hace menos de tres años inspirada en los pasatiempos de las mujeres de su edad, despertó la curiosidad del CEO de Apple que la invitó a la Conferencia Mundial de Desarrolladores convirtiéndose así en la programadora de más edad en todo el mundo.
No es el lenguaje sólo del futuro, es el lenguaje de nuestro presente y no es sólo un campo en el que se destaca el talento de los más jóvenes, porque el talento y las ganas de seguir aprendiendo no tienen edad.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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