![¿Lucha de poder o acoso laboral y sexual en Podemos?](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202007/31/media/cortadas/acoso-podemos-kzsH-RuF2wbIptuwB0TkRftwMBjI-1248x770@RC.jpg)
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La carta de despido tiene 19 páginas y un par de acusaciones: acoso sexual y hostigamiento laboral contra una compañera de trabajo, cuyo testimonio sostiene la acusación de haber recibido durante meses mensajes vía Telegram del hombre ahora cesado. Ella, Marta Flor Núñez, se desempeña como abogada del departamento legal y él, José Manuel Calvente, es el jefe de protección de datos. El entorno laboral es el partido Podemos, cuya gerencia verifica en el móvil de la denunciante que él ha enviado mensajes de «contenido amoroso», como poemas y «capítulos de novelas donde ella era protagonista», durante un año.
El despido se produce el 2 de diciembre de 2019. Nueve meses antes han comenzado a propagarse rumores que se asientan en los pasillos: él está herido de desamor, interfiere en el trabajo de ella, le ha quitado casos y finalmente ha sido el culpable de que ella fuera relevada del «equipo legal». En julio de ese año, Calvente responde a las «intrigas» con una querella por injurias contra Núñez, al mismo tiempo que solicita un acto de conciliación. Quiere que ella se retracte públicamente de las «difamaciones», vía Telegram. Dice que «descontextualiza» sus mensajes y que hay «resentimiento». El encuentro en los juzgados se fija para diciembre, pero el despido llega diez días antes.
Implicado incluso el secretario de organización, Alberto Rodríguez, y con la cúpula del partido decantada hacia la versión de la mujer, las acusaciones contra Calvente apuntan hacia su profesionalidad. Calvente, en un burofax, acusa a Núñez de mantener «coqueteos de índole sexual y sentimental» con compañeros del partido para luego «mostrarlas». Entre los que jugaban ese juego estaba el mismo Rodríguez, sostiene Calvente en su huida hacia adelante. Entre tanto, Núñez se acoge a una «baja por incapacidad temporal» entre octubre y diciembre de 2019, según el propio partido, debido a un cuadro de «ansiedad y estrés laboral».
La telenovela se retroalimenta hasta esta semana, que la magistrada del Juzgado de Instrucción 32 de Madrid decide acordar el sobreseimiento provisional de las diligencias de una querella interpuesta por Núñez contra Calvente por «acoso sexual, acoso laboral, hostigamiento, coacciones y lesiones». En ese procedimiento, ella se apoya en las mismas evidencias que Podemos ha resumido en su carta de despido. Esas pesquisas arrojan que él mantuvo un «comportamiento totalmente inadecuado con la trabajadora, primero alabando de forma desmesurada su profesionalidad, belleza e inteligencia» para intentar «quedar con ella a solas, bien a cenar, bien a pasar un fin de semana juntos».
Rechazado, continúa el escrito de Podemos, Calvente usa su posición de «superioridad» para «socavar la resistencia de la trabajadora». Si ella ha cometido faltas «graves», como él dice, se debe a que él traslada «tardíamente notificaciones con plazos procesales de vencimiento». Le acusan de «sexista».
La carta de despido de Podemos, sin embargo, no menciona algo que sí aprecia el tribunal. Los mensajes «de gratitud y el relato de intimidades» con que ella le responde. «Más bien al contrario, el querellado era su apoyo en momentos difíciles, y así se lo reconocía», dice la resolución.
El tribunal coincide con el «informe fiscal del 10 de julio» de 2020 en que no se ha acreditado el delito de acoso sexual ante la falta de evidencia de favor sexual alguna, ni ninguna situación objetiva intimidante, hostil o vejatoria. «La relación de amistad y confianza fue consentida y compartida», hasta que ella «manifiesta con claridad que solo quiere una relación profesional», según los «mensajes aportados por la propia querellante». Mantiene la magistrada que proponer «pasar juntos un fin de semana carece de entidad e intensidad» para convertirse en un delito.
Por otra parte, tampoco aprecia acoso laboral, pues «no hay relación de superioridad: el querellado es un mero coordinador», dice la resolución. «No se han acreditado actos hostiles ni humillantes, sino graves desavenencias personales que transcendieron al ámbito laboral». Tampoco hay coacción, lesiones ni hostigamiento, puesto que «no se ha acreditado que se haya alterado gravemente el desarrollo de la vida cotidiana de la querellante» ni ningún tipo de violencia.
Apunta la jueza a que esta acusación de acoso sexual y laboral es una estrategia más en una «lucha de poder interna» que termina en el posicionamiento de «la nueva directiva del partido» y en el despido de Calvente, haciéndola a ella «protagonista de este conflicto». Desestimada la carta de la conducta machista, el enfrentamiento continúa por otros derroteros legales de distinto tenor a la violencia de género.
La ofensiva de Calvente se adentra ahora en acusaciones nada sentimentales: financiación ilegal, blanqueo de capitales y administración desleal de Podemos. La lucha de poder continúa, pero ya no hay mensajes libidinosos vía Telegram.
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