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Madrid
Viernes, 17 de enero 2020, 14:39
En todos los países europeos la mayoría de los ciudadanos cree que la ética debe poner límites a la investigación científica. En todos, salvo en España. En nuestro país, una amplia mayoría considera que las cuestiones de esta índole moral no deberían frenar los avances ... que definirán la sociedad del futuro. Esta es una de las conclusiones más destacadas del Estudio Europeo de Valores hacia la Ciencia, la Tecnología y la Naturaleza presentado ayer por la Fundación BBVA, con el que se desgrana la percepción que los europeos tienen sobre cuestiones relativas al cambio climático, la biotecnología, el uso de internet y la utilidad de las nuevas tecnologías para la sociedad. «Se tiene una gran confianza en los científicos, considerados como profesionales competentes y de conducta ética. La valoración que realizan los españoles sobre los diferentes aspectos de la ciencia tiende a ser muy positiva», señaló el director de la Fundación BBVA, Rafael Pardo, durante la presentación del informe.
Las encuestas realizadas en cinco países (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España), que han contado con una muestra de 1.500 participantes, revelan la apertura de la sociedad española en cuestiones relativas a la biomedicina, que se sitúa al nivel de la británica en contraposición a la italiana. Por ejemplo, en el caso concreto de la clonación de animales. Existe un rechazo muy intenso y generalizado hacia esta práctica a excepción de los españoles y los británicos, «que reconocen mayor aceptabilidad».
En cuanto a la modificación genética de animales para diferentes fines, España es el único país en el que esta técnica se sitúa en el umbral de aceptación siempre y cuando el objetivo sea la producción de medicamentos, mientras que es rechazada para la producción de alimentos. En el resto de países, se trata de una técnica rechazada para cualquier fin, siendo particularmente más acentuada la desaprobación en Francia y Alemania.
Algo parecido sucede si se da un paso más allá: la investigación con embriones humanos de unos pocos días con fines médicos. En Alemania, Francia e Italia esto se considera moralmente inaceptable. En España y Reino Unido, en cambio «las opiniones están más divididas entre quienes están a favor y en contra». Es decir, las posturas no son tan claras. Junto a ello, solo un 15% de los españoles cree que un embrión de pocos días tiene una condición moral más próxima a la de un ser humano que a la de un conjunto de células.
Ahora bien, los fines de la investigación que se lleve a cabo en este campo condiciona la opinión de los encuestados. A excepción de Alemania, resulta ampliamente aceptada la edición genética de embriones para evitar enfermedades hereditarias (España y Reino Unido vuelven a destacar en este asunto), no lo es tanto así cuando se habla de incrementar las capacidades mentales y, menos aún, para modificar las características físicas.
Sobre las capacidades mentales, el estudio realizado por la Fundación BBVA incluye un apartado curioso sobre qué opina la población sobre el uso de implantes cerebrales que ya en investigación y desarrollo por varias empresas internacionales y cuyo fin es la mejora de la funcionalidad de este órgano. España vuelve a ser el país donde más se aceptarían estas técnicas en todos sus usos: para corregir la pérdida de memoria en caso de enfermedades degenerativas como el párkinson o el alzhéimer (7,5, de 0 a 10 en grado de aceptabilidad), para evitar reacciones impulsivas o violentas de una persona normal (5,7) o para aumentar capacidades como la atención la memoria y la compresión (5).
En cuanto a otras técnicas de la biotecnología, hay diferencias y, sobre todo, un límite insalvable. La fecundación in vitro, por ejemplo, tiene un altísimo grado de aceptación; pero la clonación humana es una barrera que nadie está dispuesta a tolerar. «El rechazo es aún más intenso; es prácticamente universal y rotundo», concluyen los autores del informe.
«La salud sin duda es el elemento que más vincula a la población con las promesas de la Ciencia, la gente ha interiorizado el vínculo entre conocimiento científico y mejora de la salud, es un dato muy robusto y similar en todos los países», subrayó también el director de la fundación.
En los cinco países analizados existe también un amplio consenso sobre el papel de la ciencia en la mejora de la salud; de hecho, los médicos se sitúan en el colectivo de profesionales más valorados. Algo que también se da con especial incidencia en España.
La Ciencia, es en suma, según el informe, la mejor forma de entender el mundo, pero no hay tanto consenso en si es la respuesta a todos los grandes problemas que plantea el futuro. Italianos y españoles la valoran más positivamente que franceses y británicos. La idea (ya vieja) que sí une a todos los países participantes en la encuesta es que los avances tecnológicos tendrán un impacto negativo en el empleo. Que se esté de acuerdo en este aspecto negativo, no significa que rechacen las soluciones procedentes de la investigación más puntera. Así lo muestra, por ejemplo, las expectativas puestas en los sistemas de Inteligencia Artificial. Los españoles y los británicos (de nuevo) son los que más apoyan la idea de que su desarrollo mejorará la sociedad. Igualmente, en todos los países, los ciudadanos tienen expectativas favorables hacia las diferentes tecnologías y aplicaciones, destacando especialmente las expresadas hacia la energía solar (un 89% de los españoles frente al 86% en el resto de los países).
España es el país donde se ha detectado mayor preocupación por los efectos del cambio climático. Según el estudio de valores realizado por Fundación BBVA, un 80% de los españoles encuestados califica de muy grave este fenómeno, frente a más del 60% en el resto de países. Según la valoración realizada por la técnico del Departamento de Estudios Sociales y Opinión Pública de la Fundación BBVA, «hay una visión pesimista con respecto a la evolución» de este problema. Los españoles se sitúan por encima de la media de los otros cuatro países en el grado de interés que expresan hacia los asuntos relacionados con la salud y con el medio ambiente y se deduce que existe «una visión algo más ecologista frente a una visión más materialista». Los españoles son los que más valoran la biodiversidad como parte fundamental de la riqueza de un país. Eso sí, la posición de la mayoría es que la protección de la naturaleza debe hacerse por motivos utilitarios, es decir, por los beneficios prácticos que se puedan obtener para los seres humanos.
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