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Marga y Pedro, ante el bucólico estanque de nenúfares, rodeado de arces rojos enanos de Japón y otras especies exóticas.

Marga y Pedro: una historia de amor por las camelias en Santianes

La pareja atesora la mayor colección de esta flor de Asturias. Tienen 600 variedades

Rafael Suárez-Muñiz

Domingo, 28 de noviembre 2021, 11:22

Margarita Riesgo y Pedro Arias, además de desprender humildad y hacer gala de su capacidad docente: llevan en común algo más que un matrimonio y es su afición por la variedad botánica en general y por las camelias en particular. Uno es el manitas de ... la casa, capaz de hacer fuentes, estanques y muebles a medida, y Margarita lleva la batuta en el jardín de un modo más silente.

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En el pueblecito de Santianes, en Pravia, a escasos metros de la iglesia prerrománica más antigua de Asturias, la de San Juan, que fue ordenada construir por el mismísimo rey Silo en el siglo VIII, Marga y Pedro esconden un jardín idílico casi convertido en bosque en su finca particular. Hacia 1992 fue cuando comenzaron a agacharse y clavar las rodillas en el prado para ir plantando las especies del jardín mientras iban construyendo la casa. Comenta Pedro que su afición creciente por las camelias dio principio cuando «un día fuimos a una exposición en Pontevedra, era cuando las camelias no tenían nombre. Luego alguien nos dijo que había una feria de camelias en Turón y primero comprábamos de dos en dos y después de veinte en veinte».

Marga y Pedro ante el bucólico estanque de nenúfares, rodeado de arces rojos enanos de Japón y otras especies exóticas.

En Santianes tienen la mayor colección de camelias de toda Asturias. «Hace seis años llevábamos 300 y dejamos de contar, perdimos la cuenta», señala Pedro con asombro. Ahora mismo tendrán fácilmente una cuantía próxima a las 600 plantas de camelias y todas ellas diferentes, no las tienen repetidas. Es decir, 600 plantas de camelias y 600 variedades de camelias distintas. Una auténtica barbaridad. Por citar algunas destacables cabría mencionar la camelia japónica rosa kukure-iso, la camelia japónica Benten-kagura o la camelia sasanqua baronesa. La procedencia de las plantas es muy variada: unas son compradas por ellos en viveros, plantones por internet, semillas, en ferias nacionales e internacionales, intercambios con amigos como el gran Bene Prado (Celles, Siero) o Ana Calo (Galicia). No podía ser de otra manera, en el mundo de las camelias se cruzaron con buenos amigos a los que ya hemos aludido en estas páginas; viajaban juntos, se visitaban mutuamente, intercambiaban sus especies…

La finca matriz es donde se halla la casa y posteriormente incorporaron otra enorme finca contigua, a poniente de esta. El jardín principal tiene una extensión de 6.000 m2 y cuenta con un coqueto estanque al este de la casa rodeado de cañas y arces. La finca occidental, de 6.500 m2, tiene una plantación más reciente y controlada espacialmente hablando, con una disposición adehesada en hileras de diferentes variedades arbóreas y arbustivas. Está separada de la principal por un estanque de nenúfares con agapantos y un juego de agua creado por Pedro a partir de tres bañeras, que le confiere ciertos aires versallescos. En esta segunda finca buscan «meter color para verlo más atractivo desde la casa», por donde corre el agua, en torno al camino, quieren plantar gunneras brasileñas y alocasias.

Camelias japónicas kukure-iso (rosa) y twilight (blanca).

Pero no solo de camelias vive el hombre. En este jardín podemos encontrar especies de los cuatro continentes fértiles. La antigüedad máxima de las mismas no excede los 30 años. Su colección de magnolias alcanza las 40 variedades diferentes, incluyendo magnolias macrófilas. Da la familia de las magnolias es la michelia. Hay una teácea de hoja roja caduca, que es una «prima» de las camelias y alguna camelia-azalea. También tienen unos 40 rododendros (hay rododendros de Escocia) y 6 arces japoneses. Hay arces tan singulares como el palmatum shirazz (rosa y verde oscuro), atípicos como el laevigatum perenne de hoja verde (arce suave de Nepal), arces saccharinum (canadienses) de los que se extrae el famoso sirope. Son muy llamativos el cerezo pendular y el enebro de China (juniperus chinensis) con esas formas picudas.

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En la franja que media entre ambas fincas tienen plantado heptacodium (arbusto descubierto en China en 1907), aguacates, romero, jacarandas (árbol y flor nacional de Argentina), bahuinia forficata / falsa caoba o «pata de vaca» por la forma de pezuña de la hoja), que es originaria de Sudamérica, un piescal de hoja roja, bananeras de hojas gigantes… Detrás de la casa es donde Margarita tiene su colección de rosales de todas las procedencias. Hay un ginkgo biloba rastrero, un bonetero alado de Japón (euonymus alatus), un bonetero euonymus autóctono (europeo), una pequeña selección de cornejos rojos y verdes, una acacia o mimosa, un árbol de los pañuelos (davidia involucrata) que es una especie difícil para Asturias —ya vimos uno en Los Molinos de San Justo—, así como un extraño brachychiton populneus o «árbol botella» de origen australiano.

Por el borde meridional destaca el cotinus coggygria o «árbol de las pelucas» por sus inflorescencias púrpuras en forma de grandes pompones (caducifolio). Delante de la casa hay una bonita composición a ambos lados del camino de acceso donde podremos ver especies de todo tipo: hortensias, una palmera washingtoniana, una araucaria excelsa o pino de Norfolk (20 años).

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En el jardín occidental y posterior, donde cobran toda su potencia las especies arbóreas y las camelias, también podemos encontrar un enorme liquidámbar, un ginkgo biloba rastrero, una falsa pimentera (Schinus molle) de Perú, dalias imperiales, un tupelo de Virginia (Nyssa sylvatica), la parrotia pérsica (árbol de hierro), una tetrapanax papirífera de hojas gigantes, castaños, nogales, un tulipero de Virginia, una dicksonia o helecho arborescente de Nueva Gales del Sur (Australia), la lomatia ferruginea australiana que parece un helecho y un cercis ciclosmir rojo de Canadá. Justo en el límite suroccidental de la finca, lindando con una masa arbórea más espesa tienen un pequeño «laboratorio», detrás del gallinero, o más bien un paritorio, donde hacen sus pruebas, sus experimentos, injertos o primeras plantaciones para que se vayan aclimatando.

Vista del jardín delantero desde la casa con la araucaria o pino de Norkolk, la palmera washingtoniana y los arces japoneses enanos. | Espectacular árbol de las pelucas en plena floración (cotinus coggygria).

Esto no es más que una pequeña muestra de las singularidades de este jardín botánico praviano, ya que la colección vegetal —sin apenas repeticiones— de Margarita Riesgo y Pedro Arias alcanza tranquilamente las 1.400 variedades y especies en total. Es algo incontable que, aseguramos, no dejará de crecer.

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