Italia recupera el estudio del latín desde los 12 años y refuerza la memorización con su reforma educativa

La gran novedad de la reforma estriba en el regreso de la enseñanza del latín a partir del segundo año de la escuela media, cuando los alumnos tienen 12 años. Esta materia no se comenzaba hasta ahora hasta los 14, ya en el instituto, donde resulta obligatoria durante al menos dos cursos en todas las especialidades. «Estudiar latín significa acudir a las raíces de la lengua italiana y del significado de las palabras», aseguró Valditara, que con esta reforma pretende recuperar «la mejor parte de nuestra tradición» con el objetivo declarado de que los centros educativos 'construyan el futuro'. El ministro se vio en el centro de la controversia el año pasado cuando abogó por recuperar la nota de conducta en las escuelas medias, al tiempo que se daba un mayor peso a dicha calificación en la educación superior, hasta el punto de que impedirá pasar de curso en caso de ser inferior a 6 (sobre 10).

Aunque según algunos expertos la nueva reforma incide en el peso de la identidad nacional durante el recorrido educativo, Valditara descartó que el Gobierno trate de dar un enfoque soberanista a la educación: «Para nada. Nuestro objetivo es una escuela seria, que mire hacia adelante y esté atenta a la educación crítica de nuestros muchachos».

Con esa meta se explica, a su juicio, la separación de las asignaturas de geografía e historia y la potenciación del estudio de esta última, que se centrará en los acontecimientos sucedidos en Italia, Europa y Estados Unidos, para reforzar así la conciencia de los orígenes nacionales y occidentales. De esta manera, el estudio de la historia, como la música y el arte, estará presente ya desde la educación primaria. Niños y adolescentes deberán memorizar cuentos, poesías, textos de literatura épica clásica y pasajes de la Biblia.

«Debemos retomar la gran escuela de la memoria», insistió Valditara, asegurando que la reforma permitirá «reforzar la escritura, que es la que se encuentra en una situación más crítica de las competencias lingüísticas». Los alumnos, insistió, deben «leer y escribir» más, de manera que puedan «apreciar los textos escritos también en épocas y lugares remotos».