La noche más peculiar en 'La isla de las tentaciones': Lola, Lucía y Carlos bajo las mismas sábanas

La isla de las tentaciones volvió anoche a pegar al televisor a millones de espectadores. Cuando estos pensaban que lo habían visto todo, Lola, Lucía y Carlos decidieron compartir cama.

Lucía llevaba eligiendo, hasta el momento, a Carlos para todas sus citas, pero tras ver los vídeos de su pareja Manuel besándose con dos tentadoras, decidió cancelar la última cita otorgada al que ella consideraba su tentador. «Yo no pinto nada aquí. Quiero irme», vaticinaba Lucía. El pretendiente lo entendió, y lejos de enfadarse, acabó pasando una noche de lo más peculiar.

Por otro lado, pero no muy lejos, se encontraba Lola, que después de decidir darle otra cita al italiano Simone, se arrepintió y acabó negándole la palabra, quizás para siempre. «No me sale darme un beso con Simone. No me imagino otra boca que no sea la de Diego», proclamó ante las otras chicas de Villa Montaña.

Y tras esto, entra en juego su novio, Diego. La organización del programa ofreció a los chicos de Villa Playa poder observar en directo y durante 10 minutos a una de sus novias. El consenso fue claro, Diego sería el elegido. Cuando este se puso ante la pantalla, se encontró con una Lola desolada, llorando ante la mirada de su compañera Lucía, reconociendo que no lo ha dejado de querer y recordando cuánto echaba de menos a su novio. Diego, por su parte, explicó que verla desconsolada le hacía feliz, porque significaba que aún sentía ese «chispeo» por él.

No le duró mucho el disgusto a Lola, que cuando se fue el sol, se arregló para la fiesta y, al parecer, se le olvidaron todas las penas. La noche peculiar de Carlos llegó cuando tras tentar a Lucía a dormir con él, acabó bajo las sábanas con Lola, pero en la misma cama en la que se encontraba su tentada. El roce hace el cariño, y Lola que había reconocido que Carlos «es guapo, está fuerte y es súper alto», terminó contando a la mañana siguiente a todos los de Villa Montaña, que estaban perplejos ante este cambio, que habían «jugado y estado picantes» bajo las sábanas.