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Quince años después y tras un largo periplo en los juzgados, el hombre que había perdido los 6,5 millones de euros ganados en la Bonoloto recibirá una indemnización por parte del banco en el que invirtió el premio en concepto de los daños causados. ... Será algo más de 163.000 euros.
En una sentencia contra la que cabe recurso, el Juzgado de Primera Instancia número tres de Castellón ha estimado la demanda interpuesta por Francisco Guerrero -el hombre que invirtió 6,5 millones de euros que ganó en la Bonoloto en el Santander y perdió todo- y ha condenado a la entidad bancaria a pagarle cerca de 163.000 euros (46.675 a él y el resto a dos de sus hijas) en concepto de daños y perjuicios.
Guerrero, un albañil de profesión que tiene problemas de salud, tuvo que hipotecar su casa, en la que vive ahora de okupa.
El fallo judicial conocido este jueves declara el incumplimiento por parte del Banco Santander de sus obligaciones «con el contrato de asesoramiento financiero que mantenía con los demandantes, incurriendo en responsabilidad contractual por la adquisición de los valores de Santander objeto de las presentes actuaciones» por «por falta de transparencia e información suficiente suministrada a los adquirentes».
Así, se condena al pago de 46.675 euros a Guerrero y la misma cantidad a una de sus hijas, y 69.591 euros para otra de sus descendientes, ya que Guerrero ingresó en la entidad financiera parte de lo ganado en la Bonoloto a su nombre y otra al de cada uno de sus cuatro hijos.
La parte demandante pedía en este caso -el tercero de los juicios que enfrenta a Guerrero y su familia contra el Banco Santander- una acción de «responsabilidad contractual por incumplimiento del contrato de asesoramiento financiero e indemnización de daños y perjuicios derivados de dicho incumplimiento contractual».
La sentencia considera que el producto que contrató son un tipo de valores «complejos y atípicos» que motivaron incluso un expediente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores que multó al banco con dos sanciones de 10 y de 6,9 millones de euros, confirmadas posteriormente por el Ministerio de Economía, por comercializar este tipo de producto.
Al no dar información del riesgo real de la inversión, el banco incurrió en «un incumplimiento contractual, plasmado en la inobservancia de obligaciones esenciales que le imponía el tipo de contrato a celebrar, como facilitar información comprensible y asequible al cliente, lo que no consta que hubiera hecho, teniendo la carga de la prueba al respecto».
La jueza rechaza la alegación de la entidad de que los demandantes tenían experiencia en la adquisición de productos de riesgo y señala que, en este caso, el contrato se celebró entre una entidad de crédito que se dedica profesionalmente a la comercialización de este tipo de productos y particulares de las que no consta la condición de empresario o profesional del sector financiero y que, por tanto, tienen condición de consumidor.
El periplo judicial de Guerrero se inició hace casi catorce años, y ha ganado ya dos juicios a la entidad bancaria, pese a lo cual sigue en una situación económica precaria y con serios problemas de salud, ya que parte de lo invertido generó otras deudas y se vio obligado a hipotecar su casa, en la cual vive ahora de ocupa, al no poder hacer frente a las cuotas.
En marzo de 2014 presentó una demanda judicial ante los Juzgados de Primera Instancia de Castellón para reclamar la nulidad de los contratos suscritos por el banco, que fueron en 2016 declarados nulos en una decisión confirmada por la Audiencia.
En noviembre de 2017 hubo una segunda demanda de nulidad por parte de los hijos por la suscripción de productos denominados 'Tridentes', que fueron igualmente declarados nulos por el juzgado y que están pendientes de la resolución del recurso de apelación en la Audiencia. Al padre, le queda otro juicio a celebrar el 5 de marzo, en el que reclama otros dos millones de euros.
En 2007, Francisco Guerrero, sin estudios y «totalmente ignorante en cuestiones financieras», invirtió 6,5 millones de euros en el Banco Santander en lo que creyó que eran depósitos a plazo fijo sin riesgo pero en lugar de eso contrató productos tóxicos de alto riesgo y no fue hasta 2009 cuando supo que había perdido todo, ya que Guerrero, albañil de profesión, siguió trabajando sin «tocar un euro» de lo ganado, y a raíz de una dolencia en la rodilla fue a extraer 30.000 euros al banco y le dijeron que no tenía nada.
El periplo judicial de Guerrero se inició hace casi catorce años, y ha ganado ya dos juicios a la entidad bancaria
El banco, manifestó Guerrero a EFE, «ha destruido mi vida» y ha indicado que se siente víctima de un «robo y un engaño» y ya no tiene «ánimo para luchar», aunque su entorno y su psiquiatra le han animado para que «aguante» hasta la próxima cita judicial, del 5 de marzo, en la que reclama más de 2 millones de euros por otra parte de las inversiones realizadas y que también perdió.
Francisco Guerrero Benítez, que ganó en diciembre de 2005 6,49 millones de euros en el sorteo de la bonoloto, se quedó con el 60 por ciento del premio y repartió el 40% entre sus cuatro hijos. Según consta en la demanda, durante toda su vida se ha dedicado laboralmente a la pesca, construcción y un breve periodo de tiempo a la hosteler
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