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Jueves, 30 de marzo 2023, 01:46
1998. Hace 25 años.
Hace hoy 25 años, Cándido, Conchita y Benedicta, los últimos vecinos del desaparecido martillo de la avenida de la Costa en su confluencia con la plaza de Europa, abandonaron la que había sido cuatro décadas su casa. Ocurría tras una polémica expropiación en la que Ayuntamiento y propiedad no dejaron de pleitear sobre la cuantía real del edificio que, hasta entonces, impedía la continuidad de las obras de urbanización en la zona. «La familia pide más de 100 millones de pesetas», contabamos. Y el Consistorio solo se mostró dispuesto a pagar 40 con la condición de no llegar a los tribunales. «Como el pleito ya es una realidad, la oferta municipal se queda en 30 millones de pesetas».
La expropiación no se hizo esperar. Tal día como hoy, los tres vecinos madrugaron para someterse al desalojo, con los técnicos municipales, la Policía Local y el gerente de la Empresa Municipal de Vivienda presentes. Él era el encargado de entregar a los ya ex habitantes del martillo, tres hermanos, «las llaves de otros tantos pisos municipales en la calle de Eleuterio Quintanilla. Por 10.000 pesetas mensuales de alquiler, los desalojados podrían tener un techo. No aceptaron. Las malas lenguas dicen que todos tienen otros pisos en Gijón. Ellos aseguran que no es cierto».
Rechazadas las viviendas municipales, los González Felgueroso cargaron la furgoneta de un conocido y los camiones de una empresa de mudanzas contratada por el Ayuntamiento con sus enseres personales, entre los que se encontraba la colección personal de relojes del varón, Cándido, quien no abandonó la casa hasta que no terminó de supervisar el embalaje de los mismos. «Los desahuciados decían a quien quisiera escucharles que nunca pensaron que serían desalojados de su casa por un alcalde socialista, ellos, que fueron hijos del alcalde socialista de Langreo en los tiempos de Primo de Rivera», dijimos.
«Que después de haber pasado por eso» -se refería Cándido a tiempos también pretéritos, en los que había llegado a ser escolta de Franco- «tenga yo que aguantar a estos mangantes...». Las cosas de la vida.
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