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Lo absurdo de la guerra, si es que acaso no lo es ya suficientemente por el mero hecho de ser, es cuando esta se organiza ... mal. O regular, como aparentemente llevaba varios años desarrollándose la de Cuba, a tenor de las frecuentes críticas que desde la península hacía la prensa a un sistema que, cómo no, desfavorecía a los de siempre. A pobres como José Álvarez, por ejemplo, cuyo caso ocupó nuestra segunda plana hace hoy 125 años. «Este joven, hijo de un pobre jornalero de La Magdalena, se presentó ante la Comisión Mixta» (la de reclutamiento «apoyado en un báculo. Fue reconocido y, con extrañeza de los presentes, que conocían al José, cojo de toda su vida, le declararon soldado».
Así. Un cojo, a Cuba. «De nada sirvió que su padre pidiera nuevo reconocimiento, pues no fue oído, y su hijo ingresó en el cuartel y fue con sus compañeros para Valladolid, en donde permaneció cerca de un año, siendo después declarado inútil evidente por varios médicos militares, entre los que figuró el mismo que lo había reconocido en Oviedo. ¿Qué es, pues, lo que falta aquí, la buena fe o la ciencia de los facultativos?». Un año de trabajo perdido y más de una docena de reconocimientos mediante, Álvarez, a fin de cuentas, consiguió volver a Avilés ante la estupefacción general.
Andaba la opinión pública caliente, porque desde Washington se comentaba que el Senado planeaba asumir la compra de las Antillas danesas, «punto estratégico importante para el caso de que estalle la guerra, que a juicio de aquellos senadores, es inevitable». Solamente unas semanas atrás nos había llegado a España la noticia de la destrucción del 'Maine', que los medios 'yankees' insistían en achacar a la acción de nuestros ejércitos. «¡Vamos! La codicia yankee guiada por la absurda doctrina de Monroe ya presenta la cara también a Dinamarca con indignas proposiciones. Pero confiamos en que los daneses no se dejarán seducir por el mercantilismo yankee, que no solo les amenaza a ellos y a nosotros, sino a todas las naciones que poseen colonias en el Nuevo Mundo». Un caos burocrático y geopolítico, esto de andar en guerra.
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