Tener que esconderte en una tienda de ropa porque hay un pervertido que lleva varios minutos siguiéndote no halaga a ninguna mujer. No poder defenderte si algún hombre que pasea a tu lado decide agarrarte del brazo o tocarte el pelo no halaga a ninguna ... mujer. Que te persiga un señor desconocido y te susurre lo que te haría «si te cogiera» no halaga a ninguna mujer. Sentir que tu cuerpo está a disposición de la opinión de algunos varones no halaga a ninguna mujer. Llegar a casa llorando porque cuatro chicos que no conoces te zarandearon e insistieron en que te fueras con ellos no halaga a ninguna mujer. Esto genera un hartazgo generalizado, estamos hartas de sentir que la calle no nos pertenece. Hartas de sostener la vida y ser las más precarias. Hartas de que nos maten, de que nos acosen, nos violen, de que nos quiten a nuestros hijos/as, y nos cuestionen por nuestra ropa, nuestro cuerpo o nuestra vida sexual. Hartas de ser las víctimas de la trata sexual. Hartas de que el 39% de los hombres consideren que el cuerpo de una mujer es un objeto por el que hay que pagar. Hartas de que las enfermedades que nos afectan a nosotras sean enfermedades de segunda o ni siquiera consideradas enfermedades, hartas de que cosifiquen nuestros cuerpos hasta el punto de ser consideradas meros contenedores, hartas de que nos digan cómo tenemos que parir y al mismo tiempo no nos dejen decidir sobre nuestros cuerpos y sobre si queremos o no tener descendencia. Estamos hartas de hacer el mismo trabajo que los hombres cobrando solo entre el 60 y el 75 % de su salario. Hartas de que el mercado laboral minusvalore nuestros trabajos. Hartas de ser nosotras las limpiadoras mientras ellos son «peones especialistas».

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Por esto y más lanzamos este grito: ¡¡¡hartas ya!!!

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