Javier Maqua, en Madrid. IÑAKI MARTÍNEZ

«No me gusta seguir el caminito recto»

Javier Maqua, escritor, dramaturgo y director de cine: «Yo me comunico con la gente uno a uno y, a ser posible, que se pueda tocar. El tacto está saliendo muy perjudicado con las redes sociales»

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Domingo, 3 de junio 2018, 04:07

Javier Maqua (1945) es un tipo de Chamberí con nobles orígenes asturianos, un hombre sin pelos en la lengua que ama el teatro, el cine y la novela, que fue comparsa de Núria Espert, que fue de ciencias antes que de letras, que frecuentó ... la docencia, que hizo televisión en los tiempos de 'Vivir cada día' y que firmó, entre otras películas, 'Carne de gallina'. Con un Café Gijón, un Ondas y un Premio Nacional de Radiodifusión, el autor de 'Carne de gallina' sigue escribiendo y batallando contra gigantes. Y eso que es más Sancho que Quijote.

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-Ha hecho de todo. Solo le falta ser taquillero.

-Taquillero no he sido, no, pero ahora están queriendo que sea actor. Y de ninguna manera: no tengo memoria para aprender parrafadas. Quieren que haga de Einstein en una obra mía, 'La función del orgasmo'.

-¿Cómo se pueden hacer tantas cosas a la vez y no volverse loco?

-Todo es lo mismo. Exige creatividad, ganas de jugar y de emocionar y ya está. No hay más. No me ha gustado seguir el caminito recto, nunca he hecho carrera en nada.

-Pero ha hecho muchas carreras.

-Empecé 25 y solo terminé Biológicas. Luego hice la de director de cine, ensayista, novelista...

-Es un hombre de ciencias metido a letras.

-Al principio me dediqué solo a las ciencias e intenté llevarlas al terreno de la crítica de cine, del teatro, pero me di cuenta que no se puede ser científico a la hora de crear emociones.

-¿Son opuestas ciencias y letras?

-No. Se puede saber del ADN y del Quijote.

-¿Ser de Chamberí marca?

-En Chamberí marcamos mucho la jota. Pero ya sabe que todos los madrileños somos de dos sitios y yo soy asturiano.

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-¿Y la hidalguía avilesina marca?

-Marca mucho, sobre todo la perdida. No soy un hidalgo, soy un señor que procede de una familia que tiene títulos, pero en general toda ella empobrecida. Y sí, sí marca.

-¿Cómo?

-Con tonterías como las 'de aquí no paso'. Los señores que tienen una especie de soberbia familiar son los de 'de aquí no paso'.

-¿Por dónde no pasa usted?

-Por la cantidad de estupideces que intentan que hagas.

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-Como por ejemplo.

-Haciendo 'Carne de gallina', en un momento dado, me dijeron que no se podía hacer con acento asturiano y dije: 'No, de aquí no paso'.

-¿Somos muy de 'de aquí no paso' los españoles?

-No sé qué son los españoles, no tengo ni idea, y en este momento menos.

-¿Y cómo nos ve a los asturianos?

-Si he de juzgar por el rostro del señor que os preside, tristísimos. No he visto rostro más soso en mi vida.

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-En su trayectoria hay trabajos muy populares, como 'Carne de gallina', y otros menos. ¿Cómo se conjuga?

-Siempre he intentado no perder de vista a mi mamá, a la gente normal y corriente. No siempre mi mamá me ha entendido, pero da lo mismo. Que llegue a muchos, a todos los que debe llegar, no depende de la calidad de lo que has escrito o has filmado, depende de otros factores fundamentalmente ideológicos. El capitalismo no deja que lleguen las cosas que van en su contra. 'Carne de gallina' no fue mal, pero tenía que haber tenido más proyección; 'Amor africano', mi mejor novela, no tuvo ninguna. No es por casualidad. El capitalismo no es neutro en absoluto.

-¿Y no se puede romper con eso en los tiempos de internet?

-No, no, no. Además, estoy en contra de las redes sociales. Un mal día me hice de Facebook y me quité a los tres días. Yo me comunico con la gente de uno en uno y, a ser posible, que la pueda tocar. El tacto está siendo muy perjudicado por todo esto. Y también estoy en contra de los grupos de WhatsApp: el familiar es una red de malentendidos y discusiones.

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-Una amiga dice que la realidad es la nueva ficción. ¿Cómo lo ve?

-Sí, seguramente. Me parece asombroso que estemos discutiendo por el chalé de Iglesias y Montero.

-¿Pero es coherente o no?

-Aquí ejemplares solamente son los santos. Y la santidad siempre ha sido antipatiquísima.

-¿Malos tiempos para libertad de expresión?

-Esto es medieval. Es asqueroso. Es intolerable desde todos los puntos de vista. Y amenaza con que va a ser un sarampión.

-¿Vendrán tiempos mejores?

-No sé cuándo, pero vendrán. Es un sarampión porque la ley permite que cualquier imbécil demande. Yo no participo de esto de la división de tres poderes y que el judicial esté por encima de los demás: es lo más corrupto que hay. Lo último que querría Sancho Panza es toparse con un juez.

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-Usted que ha sido profesor. ¿Qué ha aprendido de la docencia?

-Que me gusta. Todavía de lo poquito que hago es escribir y dar clases a actores. Con ellos aprendo entusiasmo. Me da mucha ternura la energía que ponen y, al mismo tiempo, una especie de terror por lo que les pueda pasar. Me cuesta mucho decirles: «Dedícate a otra cosa, haz una carrera normalita, cásate y fuera». Es una pelea en la que hay que estar muy armado.

-¿Escribiendo qué aprende?

-Me gusta ver los cambios, experimentar para ver qué pasa. Eso es algo muy científico. Con las novelas aprendo a domesticar las emociones. Todo lo que hagas para otro debe llevar emociones, debe mover emociones. No soy un escritor frío ni un cineasta frío.

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-¿Qué me dice de la tele?

-Hacer 'Vivir cada día', docudramas, me enseñó todo lo que sé de cine. Aprendí cómo se dirigen actores dirigiendo a no actores. Al final, es tratar con seres humanos. Y también aprendí a rodar barato y rápido.

-Lo que ha cambiado la tele...

-Yo era partidario del servicio público, que es estar dos puntos por encima del nivel cultural general del espectador, no cinco por debajo como está ahora. Eso fabrica un espectador cada vez más necio.

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-¿Y la literatura cómo está?

-Lo que se llama feria del libro son montones de libros que no elevan la cultura de nadie. La cultura no es mercancía. Pero, como el capitalismo ha penetrado de tal manera en el ocio, ya está todo fatal. Yo ahora tengo dos novelas terminadas, 'Marnevada y 'El prestidigitador manco'. No sé si las publicaré porque no estoy dispuesto a empezar a presentarme a premios a mi edad. Y mis novelas no pueden estar en esos montones. Yo no cuento cómo construyeron la Catedral de Oviedo.

-¿Y en teatro y cine qué hace?

-Estoy publicando teatro e intentando que se haga alguna obra, como 'La función del orgasmo', pero no es fácil. Y tengo un guion de cine escrito hace cinco años, 'El niño y el emperador', sobre Carlos V en Yuste.

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