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J.M.L.
Albacete
Lunes, 22 de junio 2020, 13:18
Los propietarios de la granja avícola 'Cortijo de Cardos', en Villapalacios (Albacete), están a punto de rendirse en una guerra desigual con el Ministerio de Defensa que dura años. Hace dos denunciaron que cerca de 2.000 gallinas habían muerto por el estrés causado por los bajos vuelos de los aviones militares que tienen en el cielo de la Sierra de Alcaraz su campo de maniobras.
Dos años más tarde y después de que este negocio de avicultura ecológica haya sobrevivido al estado de alarma por el Covid-19, sus dueños se plantean cerrar y han vuelto a pedir explicaciones al Ministerio y a la Base Aérea de Los Llanos (Albacete). Y es que las estresadas gallinas camperas no ponen huevos, las pérdidas económicas son continuas y hay que devolver los créditos solicitados para reflotar la empresa después de dos años con la mitad de la granja cerrada.
«Pedimos que vuelen en otro sitio y, si no, que nos aclaren la situación porque no nos contestan y el Ejército no nos informa», se queja José Rodríguez, propietario de la explotación. «Los cazas pasan con vuelos rasantes y hasta se puede ver el color del casco del piloto. Esto parece la Guerra de las Galaxias», añade José, que también ha llegado a pedir el amparo del Defensor del Pueblo, institución que se interesó por el asunto hace un año.
Cuando los aviones militares sobrevuelan el «Cortijo de Cardos», el ambiente retumba y los perros y gallinas salen corriendo para esconderse como buenamente pueden, incluso unas encima de otras, lo que provoca que algunas mueran aplastadas. Actualmente, esta granja cuenta con unas 600 gallinas camperas aunque podría albergar cerca de 2.000. El cierre que el Covid-19 no ha logrado, unos cazas pueden precipitarlo «porque la Base de Los Llanos nos ha dejado en la quiebra», aunque José piensa disparar las últimas balas en la batalla y anuncia una demanda penal por los daños y perjuicios sufridos. José Rodríguez asegura que su problema es común a otras explotaciones ganaderas de esta zona, situada en la Reserva Natural de la Sierra de Alcaraz, que también sufren «a los aviones sobrevolando una reserva protegida y de alto valor cinegético que ha resurgido en estos meses de aislamiento». El problema, apunta, es que «los huevos ya no eclosionan y si mis mastines se esconden y buscan protección humana cuando vienen los cazas, ¿qué harán otras especies como el lince?».
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