Alberto Rodríguez, en 2017, cuando fue pregonero de la Preba de la sidra, en Gascona. ÁLEX PIÑA
Los bares de mi vida

«Gracias a los bares pude estudiar»

Alberto Rodríguez se suma a la iniciativa para respaldar a la hostelería asturiana ·

El artista mierense recorre los locales que en su memoria siempre están abiertos y los que conoció a uno u otro lado de la barra

P. A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Sábado, 23 de mayo 2020, 02:12

«A los chigres les tengo mucho respeto. Gracias a ellos pude estudiar y trabajar en la ficción. Representar es lo que sé hacer y un bar es un escenario en el que das la réplica, a veces como antagonista y otras como protagonista». Lo ... afirma el actor Alberto Rodríguez, recordando las innumerables horas que ha pasado a lo largo de su vida poniendo copas para pagar su formación artística o en los momentos de parón profesional, como tantos compañeros de oficio.

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En un momento difícil para la hostelería se muestra convencido de que «la gente va a recobrar la necesidad de socializar en los bares» y evocando uno de sus primeros papeles, siendo estudiante, el del zorro de 'El Principito', apunta que «ahora hay que aprender otra vez a domesticarnos: primero un poco lejos, luego acercándonos más».

Domesticar, dice el zorro de Saint Exupery, significa crear lazos y también que es bueno que haya ritos. Los bares cumplen esa función para Rodríguez: «Están hechos para romper la distancia social y poco a poco recuperaremos nuestro lugar en ellos. Con prudencia y con valor, como cuando tienes una lesión y debes ir con precaución, pero también con coraje. No podemos dejar que el miedo se asiente», opina.

La memoria del artista recorre fresca los locales que aparecen por cualquier esquina de su vida. Chigres como el Valles Mineros de El Requexu, con «los paisanos en la terraza vacilando a los críos: '¿guaje, viste un pirru coloráu?'».

O, en los estertores de la movida mierense, El Rompeolas -donde empezó a trabajar- y el Qué Risa -que abría a las cino de la tarde y cerraba a las cinco de la mañana-.

También en Gijón

En Gijón, con el 'Sound' pasándosele su arroz, sus recuerdos lo llevan a las tardes en el Brighton, antes de subir a Cimavilla para comer un bocadillo en La Corrada, seguir por el Atocha, el ambiente roncanrolero del Louie Louie y rematar en el Bola 8, para «marcame unos bailes».

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Su trabajo en la TPA con 'De folixa' le llevó a conocer algunas de los mejores mesas de Asturias, pero en su vida cotidiana lo que le gusta «ye descubrir lugares escondíos».

El Sitio en El Carmen fue uno de ellos: «Soy muy repunante y vi una señora como la marquesina en un bancu, un cartel de 'hay revoltijo de tomate' y pensé: ¿esto qué ye? Pues comí allí como en la vida».

O El Viñao, la Sidrería Poniente y El Indio, en Estaño «el sitiu perfectu pa impresionar a alguien».

El actor retoma su defensa del bar como «lugar donde nos vemos cara a cara col resto los mortales. Yo entro en un chigre y tol mundo me diz: 'folixeru, una foto', y tengo que hablar con ellos, tar allí. Rómpese la distancia social, que no ye fácil, por eso son importantes los bares», razona.

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