No ha habido día esta semana en el que el presidente del Principado dejase de insistir en la misma idea: la obligatoriedad del uso de la mascarilla. Ha endurecido un discurso que no siempre ha sido el mismo durante esta crisis sanitaria. No hay ... que irse muy lejos para encontrar un ejemplo. Hace diez días el mensaje era «recomendar su uso abiertamente, como elemento clave donde no se puedan guardar los dos metros de distancia». Bien es cierto que el contexto no era el mismo. Asturias no estaba en la fase 1, y las terrazas y comercios minoristas seguían cerrados. La alarma saltó el lunes. Con el nuevo escenario de desescalada comenzaron a verse imágenes de calles y locales donde no se estaban respetando las medidas de seguridad. Y fue ese momento en el que la prédica subió de intensidad. «Si seguimos así, en diez días, nuevamente confinados», dijo Barbón tras pasearse por las calles de Oviedo el lunes. A renglón seguido, el socialista reconocía que no tiene capacidad para obligar al uso de la mascarilla «porque si pudiera, lo haría». No se ha cansado de repetir este mantra desde entonces. Ayer mismo durante una entrevista en Cuatro pedía que «se incorporen como un elemento más de la lucha contra el coronavirus». Poco antes, a través de sus redes sociales, insistía: «Visto lo visto estos días, me parece sencillamente lo correcto y así lo vengo defendiendo: usar mascarilla siempre».
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En esta batalla ha encontrado dos inesperados aliados: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de su capital, José Luis Martínez-Almeida. Sendos dirigentes estudian que su uso no se ciña al transporte o lugares cerrados sino que se amplíe a los espacios abiertos. Los argumentos son muy similares. «Es muy razonable un endurecimiento en la utilización de este tipo de protección también en los espacios públicos», señalaba el regidor de Madrid. También Casado, en su plan alternativo para la desescalada, propone el «uso obligatorio de mascarillas».
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La presión ha llegado al Ministerio, que poco a poco también parece ir modulando su mensaje. De lo innecesario de hace unas semanas a un «estamos analizando la situación». Lo señalaba ayer el ministro de Sanidad, Salvador Illa durante la presentación del estudio de seroprevalencia. «Lo estamos estudiando con las comunidades autónomas aunque su uso es altamente recomendable allí donde no se puede mantener la distancia de seguridad de dos metros». Illa señaló que el protocolo actual «está en permanente revisión para adecuarla a la situación».
El presidente del Sindicato Médico del Principado de Asturias (Simpa) reconoce que «lo ideal es que todo el mundo llevase una mascarillas del tipo ffp3» pero, ante la imposibilidad de hacerlo «hay que ir rebajando el nivel en función de la disponibilidad». Por ejemplo, según explica, «dos personas enfrentadas que no hayan sido positivo sería suficiente si llevan una mascarilla quirúgica cada uno, sería el equivalente a una ffp2 en cuanto a protección». No obstante, Alberdi insiste en que este solo es un elemento más del compendio de medidas de comportamiento higiénico que ayudan a prevenir riesgos. «Cuanta más gente las utilice, más nos beneficiaremos todos», subraya.
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MELCHOR SÁIZ-PARDO / LUCÍA R. LORENZO
Coincide en este punto con el pediatra Venancio Martínez quien hace hincapié en la importancia de que prevalezcan las distancias y el lavado frecuente de manos. Sobre el uso de las mascarillas en los niños no se muestra tan categórico: «Al aire libre no son necesarias siempre que se mantengan las distancias y paseen con los convivientes». Eso sí, insiste en que los menores no deberían de acceder a lugares cerrados, como supermercados. De hacerlo sería necesario portar una mascarilla infantil, en el caso de los niños que superen los dos años. Los de edades inferiores utilizarían el carricoche o similares como barrera de contención contra el virus.
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La siguiente pregunta, en caso de aprobar la obligatoriedad de uso, sería la de su provisión. Por el momento, tras la duda planteada, el Principado no tiene un plan específico sobre la mesa. En otras, como Castilla-La Mancha, se hizo buzoneo a sus habitantes. Sí es cierto que multitud de ayuntamientos asturianos han tomado la delantera: Colunga, Siero, Rivadedeva y Ponga, entre otros, ya han repartido entre su población.
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