Secciones
Servicios
Destacamos
La alerta por el recrudecimiento de la DANA pilló a María Jesús Moreno saliendo de Valencia en dirección a Asturias, después de pasar unos días visitando a su familia. El mensaje le indicaba que se refugiara en casa, de modo que tuvo que dar media vuelta. Pensó que, al menos, quedarse le serviría para ayudar a su hijo y su nuera a cuidar a sus dos niños pequeños, ya que estos días pasados no tenían colegio por ser puente festivo. Sabía que iban a necesitar que les echaran una mano porque ambos trabajan como médicos de urgencias en un hospital valenciano. Y eso que no podía prever lo que se avecinaba. «Ni yo ni nadie se imaginaba la dimensión de la catástrofe», apuntó ayer en conversación telefónica con este periódico.
Noticia relacionada
Escenarios dantescos se observan a escasos kilómetros de donde se encuentra esta profesora gijonesa, que vivió en Valencia durante año y medio por cuestiones laborales. Pero desde la capital del Turia «parece que no ha pasado nada, solo que no hay gente en la calle cuando lo normal es que estuviera lleno de turistas en estas fechas; es como si fueran dos mundos distintos». Esto no le impide conocer la tragedia que golpea a las localidades más afectadas. Sin ir más lejos, toda la familia de su nuera es de Torrent, ciudad a la que iban a desplazarse el sábado, pero les fue imposible llegar.
Noticia relacionada
Daniel Fernández
En Catarroja, otro de los puntos negros por las consecuencias de la DANA, su consuegro posee campos de naranjas «y allí hay coches a los que no se puede acceder, probablemente algunos con cadáveres en su interior», relató. Ante semejante rastro de destrucción, María Jesús Moreno decidió colaborar en las tareas de voluntariado, que se coordinan desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias. «Aunque la gente está mal, siempre es solidaria», señaló en referencia a las personas que incluso habiendo perdido todas sus pertenencias ayudan a otras a conseguir agua, comida y medicamentos. Como solidarios son quienes se acercan a ayudar, que desbordaron todas las expectativas.
María Jesús, como muchas otras personas, se quedaron en tierra y no pudieron acceder a uno de los autobuses que desplazaban a los voluntarios a las poblaciones damnificadas. Pero eso no le impidió colaborar con las labores de logística. «Había mucha gente que regresaba contrariada por la improvisación, ya que algunos ni se pudieron bajar de los vehículos», explicó. Ella seguirá aportando su granito de arena, si es posible 'in situ' en el epicentro de la catástrofe, hasta que regrese a Gijón el viernes.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.