De la Fuente de los Llocos al puente que el Nalón dejó en tierra
A UN PASO DEL CAMÍN ·
Memoria en piedra. La vieja villa, lugar de paso de peregrinos y viajeros, muestra orgullosa en su entorno uno de los tramos más extensos de la ruta al Salvador
A UN PASO DEL CAMÍN ·
Memoria en piedra. La vieja villa, lugar de paso de peregrinos y viajeros, muestra orgullosa en su entorno uno de los tramos más extensos de la ruta al SalvadorPABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Domingo, 25 de septiembre 2022
A un paso del Camín del Salvador el peregrino que desciende del alto del Padrún, tras dejar atrás Casares, tiene una cita obligada y gustosa con la memoria en piedra de esa ruta histórica en la Fuente de los Llocos. Aún mana agua de su caño, preservada del mal uso por una llave fontanera de nuestro tiempo y el que pasa, en uno de esos mediodías del verano prolongado como los que se pueden disfrutar aún en estas fechas, puede detenerse a refrescar la cara o el pescuezo con el mismo gozo que sentían los romeros del siglo de las Luces. El que vio levantarse esta notable obra pública diseñada por Francisco de Pruneda, un hito más de los que nos dejó esa época luminosa de la Ilustración. Beber de su caudal es algo que los vecinos de la cercana Olloniego desaconsejan, que se sepa, casi desde aquellos remotos días, tal vez con fundamento o simplemente por bromear con los 'foriatos', a los que tan habituados están los naturales del que fue siempre lugar de paso y encuentro de viajeros de toda clase. El motivo y la causa del nombre con el que es conocida: que podía enloquecer la cabeza del que la consumiera. Fuera o no así, la fuente sigue en su puesto, marcando al que camina el itinerario hacia Oviedo y más allá, a Compostela.
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Relegada frente a otras localidades de más percha turística o geográfica, la vieja Olloniego se muestra orgullosa de su legado jacobeo y basta adentrarse en su núcleo urbano por la carretera general que la atraviesa para comprobarlo. Ese 'Y más allá', el 'Ultreia' que lanzaban los peregrinos conquistado el destino de Santiago, lo lleva una céntrica cafetería que recibe al que llega. No muy lejos, al otro lado de la calzada, en el barrio de La Plazuela, abría sus puertas al caminante necesitado de reposo y techo el Hospital de la Cofradía de Los Remedios, del que aún conserva algún vestigio la vivienda que ocupa su solar. En una esquina próxima, una imagen -réplica moderna- de Nuestra Señora de los Remedios, que sigue concitando la devoción de los olloniegos. Al pie de ella, nos aguarda, Carmen Barbosa, presidenta de la Asociación de Vecinos de la localidad y una auténtica apasionada de su historia. «Este ha sido siempre un punto crucial en la comunicación entre Castilla y el centro de Asturias. La Ruta de la Plata y el Camino de Santiago pasaban por aquí. La villa creció y vivió siempre en torno a ellos. En cuanto al Camino, tenemos el recorrido más extenso del concejo de Oviedo y desgraciadamente pocos se acuerdan de ello como muestra el estado de abandono que tiene todo nuestro conjunto histórico», lamenta, mientras nos invita a visitarlo de su mano.
Antes de encaminar nuestros pasos hacia los monumentos más notables del patrimonio local, el Palacio de los Bernaldo de Quirós y el puente medieval, nuestra guía nos conduce hacia otro viejo tesoro menos conocido: la capilla de San Pelayo en el cementerio, a las puertas de cuyos muros un mojón actual marca el Camino al Salvador. Es de fábrica original románica, construida posiblemente sobre una anterior de época prerrománica y fue templo parroquial. Un ábside semicircular y su interior con un altar y un frente en el que se observan restos murales policromados, dan cuenta de su historia anegada por el estado ruinoso de la edificación en una muestra más de lo poco que hemos cuidado nuestra herencia material los asturianos.
La joya de la corona de Olloniego está al otro lado de la carretera, con el imponente torreón y conjunto palaciego de los Bernaldo de Quirós, una de las casas con más poder en el centro de la región. A sus pies avanzaba hacia Oviedo el itinerario jacobeo para cruzar el Nalón por el no menos colosal puente románico que una crecida dejó en dique seco allá por el 1676, modificando el curso del río. Tuvo cinco arcos, de los que se mantienen en pie tres de ellos y a la altura todavía importante del puente que hoy se puede contemplar habría que sumarle los otros dos o tres metros que recientes trabajos arqueológicos han podido calcular. Barbosa y su asociación vecinal defienden que el estado de conservación de todo el conjunto precisa importantes mejoras.
El Camino al Salvador sigue al Nalón para cruzarlo por el llamado Puente Nuevo, contribución de Jovellanos a su carretera a Castilla y en la otra orilla, la señalización jacobea actual apunta al caserón de mármol de la antigua Oficina de Portazgo y a escasos metros al leguario dieciochesco que continúa marcando la distancia a Oviedo, una ciudad que el peregrino tiene ya a tiro de piedra enfilando su andar hacia la Manjoya. Ya ahí. A un paso del Camín
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