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Además de activista LGTBI+ y coordinadora de Xega, Yosune Álvarez (El Entrego, 1979) es muchas cosas más: estudiante de Psicología a distancia, escritora de novelas de ciencia-ficción, camarera... Así que este este verano, como todos, le tocará trabajar: «Mientras los demás están de vacaciones, yo hago la temporada en un hotel en Tapia de Casariego, La Xungueira, que tiene chiringuito y parrilla».
-No pierde la sonrisa aunque le toque currar...
-No, fía, porque gústame trabajar de cara al público. Gústame que la gente disfrute con la comida que ofrecemos allí y con la sidra, que tiene tanto rollo social, que ye una bebida tan alegre... Ya sabes que, si quieres tener amistades, tienes que dar de comer y de beber a la gente, que ye lo que les mola, y a mí también.
-¿Aunque sean foriatos pidiendo «sidriña»?
-También. Todavía lleguen muchos con esa pregunta, pero los educamos enseguida. Les digo: «¿Cómo que 'sidriña'? Yo, si quieres, ábrote una botellina y échote un culín, pero 'sidriña' aquí no servimos» (Ríe). En general, les meto caña. En plan: «Venga, tenéis que traer pensado ya de casa lo que queréis comer». Es que, si no, no nos da tiempo a atender a todo el mundo.
-¿La hostelería es una realidad paralela?
-Yo tengo pa escribir tres noveles. Antes trabajaba en un sitiu con dos puertes y un señor que ya iba bastante perjudicáu salió por una, dio la vuelta a la esquina y entró por la otra.
-¿Cuál es la peor pesadilla de una camarera?
-Hacer la caja y que no cuadre.
-¿El verano viene calentito? Y no hablo de meteorología...
-Sí. Está la cosa mal y se va a complicar más todavía. El invierno va a ser difícil porque están produciéndose muchísimas equivocaciones en la toma de decisiones por acaparar sillones.
-¿Hablamos de Xixón?
-Hablamos de Xixón y de muchos otros sitios. Y el problema ye que los discursos de odio calan en la gente.
-Menuda fijación por meterse en las camas ajenas que tienen algunos...
-Mucha, mucha. Ye muy curioso porque, si mirásemos les cames de algunos, igual llevábamos algún sustín. Pero el problema no son les cames: ye el espacio público. Que nos creemos con la potestad de juzgar a los demás. Ye surrealista y peligroso. Y, para las mujeres, más difícil todavía porque se entiende que quienes pueden desear son los paisanos y que nosotras estamos pa' satisfacerlos. Entonces, cuando el deseo de una mujer no entra para nada, los paisanos no saben cómo manejarlo. Piensan: «¿Y ahora qué?».
-Dígame al menos que cogerá vacaciones.
-Sí. Marcho en octubre. Suelo ir a Mallorca. Ye el remanso de paz.
-Como la Familia Real...
-(Ríe) Bueno, igual no en les mismes condiciones, pero ye que tampoco me interesen. Yo voy a casa de les mis amigues, que son un amor.
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