¿Quién no ha tenido un armario en el salón hasta arriba de fotos de la familia? Qué bonito recordar a los seres queridos... Pero qué agobiante ver un espacio tan sobrecargado. En aquellos tiempos, allá por los años 90, se llevaba esa decoración tan melancólica de las fotografías. Y no solo eso. También el gotelé, los colores de la pared distintos en cada habitación, los muebles de pino, roble o cerezo mezclados... Se llenaban las habitaciones con buena cantidad de objetos sin una línea temática que los enlazase: cada uno era de su madre y de su padre.
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Ahora, todo ha cambiado radicalmente. De pronto, uno se encuentra con salones totalmente blancos o con colores muy suaves y sin apenas muebles. Ha llegado la moda de lo justo y necesario.
En un mundo consumista, ¿cómo es posible negarse a comprar cosas para la casa y, al mismo tiempo, no cargarla de decoración que 'ensucia' el espacio? No es fácil. Es el momento de decidir 'tener o no tener'.
¿Qué es? En el sentido de la decoración, podría definirse como la capacidad de aportar luminosidad a un espacio y destacar solo algunos pequeños detalles. Así se podrá conseguir una estancia diáfana y sin elementos que realmente no tienen ninguna función.
Los elementos que se coloquen en el espacio, desde un punto de vista minimalista, tienen que 'respirar', es decir, ser sencillos y estar distribuidos con cuidado. Orden, ¡por favor! Porque esa es una característica propia del minimalismo.
Aspectos como la geometría y la creación de espacios limpios, con mobiliario, paredes y demás elementos, son factores que priman en el interiorismo de este tipo.
Dado que a muchos el minimalismo les parece una tendencia «demasiado fría», una nueva corriente de este género ha llegado con fuerza: el minimalismo humanizado.
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Sin perder la esencia del término, al humanizarse se incluyen algunos matices que dan más personalidad. Por ejemplo, si un salón tiene pocos muebles en tonos claros y naturales, se puede introducir alguno en un tono más oscuro. Se trata de mezclar colores como el rosa palo, gris, blanco... Con otros de tono medio, como beige, ocre, tierra, etc, que aportan más calidez.
Añadir plantas, cerámicas y cuadros con elementos geométricos escasos de color, también está permitido en esta corriente minimalista. Y sí, alguna fotografía también se puede, pero en un formato de grandes dimensiones y, a poder ser, en blanco y negro. Esto humaniza la habitación, elimina la sobriedad, crea un espacio más personal.
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Dentro de este tipo de minimalismo hay dos subgéneros que tienen mucho éxito: el Wabi Sabi y el Japandi. En ellos se conjuga la decoración nórdica y la filosofía oriental japonesa.
El Wabi Sabi se caracteriza también porque destaca las imperfecciones. A nivel práctico, este tipo de decoración sería mantener una pared vieja, que siga dando esa sensación cuando se restaure. Habría que enmarcarla en un entorno blanco y minimalista frío. Ese choque da un aspecto más personalizado, algo un poco informal dentro del orden general.
Conseguir un hogar minimalista y, gracias a ello, ser más feliz, es una cuestión de seguir la filosofía del 'menos es más'. ¿Cómo hacerlo? Aquí van algunos tips para conseguir quedarte con la cantidad justa de objetos decorativos:
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1.No acumules más
Párate a pensar qué cosas realmente te hacen feliz. Sigue para esto el método Marie Kondo, es muy efectivo. Algunas de las cosas que tienes o que adquieres, las compras por costumbre, no por necesidad.
O también pasa que te hacen un regalo y te cuesta rechazarlo. Queda feo hacerlo, por eso: o le encuentras un uso adecuado, o lo cambias por otra cosa, o lo vendes. Hoy en día hay muchas opciones para vender por internet.
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2. De lo que tienes, deshazte de aquello que no utilizas
Puede que ya hayas cambiado el chip y por fin dejases de acumular. Pero, ¿qué sucede con esas cosas que ya tienes desde hace muchísimo? Selecciona. Que no te dé pena deshacerte de las cosas que están por todos lados y no te sirven para nada en la práctica. Piénsalo así: son cosas. Puede que te creen recuerdos bonitos, la melancolía juega malas pasadas en esto del minimalismo, pero debes ser fuerte. Eso sí, si lo miras y lo tocas y te crea un sentimiento fuerte y rotundo, quédatelo y búscale un uso adecuado.
3. Busca el lugar idóneo para cada objeto
No todos los objetos sirven para cualquier espacio. De hecho, uno ve rápidamente qué elementos quedan mal en un sitio con solo un vistazo. Por eso es necesario tantear, ver si una planta es apropiada para un salón, dependiendo del color de las paredes, de los muebles que hay en él, del resto de la decoración... A veces nos empeñamos en colocar un determinado objeto en una zona concreta de la casa y, sin embargo, no queda bien en absoluto.
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4. El suelo
De nada sirve tener pocos muebles y pocos objetos en casa si luego el suelo tiene un azulejo que no combina con el resto de la decoración.
Tampoco se puede abusar de alfombras. Está bien usar alguna, siempre intentando que sea lisa o con formas geométricas suaves.
Y lo más importante: no dejar cosas tiradas por el suelo. Ya sea calzado, cajas con cosas... Es conveniente que estén debajo de la cama o encima de armarios.
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