El pequeño Fatehvir Singh, de solo 2 años, cayó el pasado jueves en un pozo de 33 metros de profundidad y 23 centímetros de diámetro cuando jugaba cerca de su casa, en el distrito indio de Sangrur. El pozo se encuentra situado en la localida de Punjab (India) y había sido excavado por la familia del niño para regar sus campos, aunque llevaba en desuso desde el año 1991.
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El cadáver del menor se sacó sin vida del agujero cuatro días más tarde.
«El niño ya no está vivo y fue rescatado de madrugada por los rescatistas», explicó a AFP Vijay Inder Singla, un miembro de la asamblea legislativa local. Un helicóptero médico transportó al niño hasta el hospital, aunque ya era cadáver. Los vecinos se han manifestado en el lugar del accidente y criticaron al gobierno local. Afirman ante la prensa local que la operación de rescate se «retrasó debido a la falta de asistencia técnica».
El primer ministro de Punjab, Amarinder Singh, lamentó en Twitter la muerte del pequeño y ordenó que se tomen medidas contra los pozos abiertos en todo el estado.
Al leer el suceso, hay muchos elementos que recuerdan al caso del pequeño Julen Roselló en España, quien también tenía 2 años cuando cayó a una oquedad abierta en una finca familiar. En el caso de Julen, un amplio operativo desplegado en la localidad malagueña de Totalán no pudo sacar el cadáver del menor hasta pasados 13 días, el 26 de enero de 2019.
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