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Pedro Ontoso
Viernes, 28 de junio 2024, 09:29
Lejos de retractarse o echarse a atrás, las exmonjas de Belorado redoblan su pulso contra la Iglesia católica al solidarizarse con el arzobispo italiano Carlo María Viganó, al que el Vaticano acaba de abrir un proceso extrajudicial por supuesto delito de cisma, por lo que ... se enfrentaría a la misma pena que las religiosas rebeldes. Lo han manifestado a través de sus redes sociales con una fotografía del prelado al que se califica de mártir, un posteo realizado por un influencer que han hecho suyo. Viganó es uno de los referentes de todo el movimiento de oposición al pontificado de Francisco.
El exnuncio apostólico de la Santa Sede en Estados Unidos viene cuestionando la legitimidad de la elección del papa Francisco, al mismo tiempo que rechaza las conclusiones emanadas del Concilio Vaticano II. «El Concilio representa el cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico del que la 'Iglesia sinodal' bergogliana es una metástasis necesaria», sostiene el antiguo diplomático, que llegó a tener un gran poder en la Curia romana antes de ser apartado de sus cargos por desobediencia. Había sido citado a declarar ante un tribunal del dicasterio para la Doctrina de la Fe (el antiguo Santo Oficio), pero no se presentó porque no reconoce la autoridad del pontífice argentino. Además, Viganó ha expresado que el proceso supone «un motivo de honor y de orgullo».
Las clarisas de Belorado consumaron el cisma y se separaron «libre y voluntariamente» tras no presentarse al tribunal eclesiástico conformado por monseñor Iceta, nombrado comisario pontificio por el Vaticano para resolver este asunto. El arzobispo de Burgos también es el representante ante instancias judiciales en virtud de los acuerdos Iglesia-Estado, por lo que en fechas próximas podría realizar un nuevo movimiento. Si no hay marcha atrás, una autoridad judicial se presentará en el convento de Belorado para verificar la expulsión de las exmonjas díscolas, oficialmente 'okupas', probablemente acompañada por efectivos de la Guardia Civil, una imagen que la Iglesia se ha propuesto evitar a toda costa.
El pasado miércoles se supo que tanto el falso obispo, Pablo de Rojas, como su ayudante, José Ceacero, han abandonado el convento por indicación de la que fuera superiora de la comunidad, a petición de los abogados que ahora las representan, para facilitar una negociación con el Arzobispado. La decisión ha dividido a las diez hermanas excomulgadas, algunas de las cuales no entienden el cambio de posición, una vez que decideron ser tuteladas por la Pía Unión de San Pablo Apóstol. El único camino que les quedaría, sin embargo, sería arrepentirse de su decisión, pedir perdón y solicitar su readmisión en el seno de la Iglesia.
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